31/1/08

¿Qué me dice, Caparrós?



En una charla en la Universidad Nacional de Córdoba realizada a fines del año 2006, el historiador, escritor y periodista, Martín Caparrós, habló acerca del periodismo actual. Porque siempre es interesante escucharlo y porque es uno de los grandes cronistas de nuestro tiempo, destaco aquí algo de lo que dijo esa calurosa tarde de diciembre:

“(...) cuando alguien me dice periodismo yo pienso en general en textos, escrituras, y hablo sobre eso. Podría atenerme a su etimología. Los periódicos son publicaciones gráficas, pero es una definición vieja y ya se puede hablar de periodismo radial, televisivo, entre otras cosas y ahora mucho de periodismo digital que siempre me suena a esas cosas con los dedos, el de Internet debería llamarse internetico, internetero o internero, es curioso pero uno de los sustantivos más pujantes de estos días, Internet no ha conseguido crear su adjetivo todavía”.

“Hace un par de meses mi vida ha dado un vuelco decisivo, inesperado, ya no me levanto con el diario. Durante cuarenta años he sido un lector de diario empecinado, empedernido. Tenía un sistema, cada mañana al comprobar que no me había convertido en una cucaracha caminaba casi a tientas hasta la puerta de casa, flexionaba mis rodillas, extendía una mano y recogía el diario fresco entonces lo llevaba a la cama y allí durante un rato ejercía la única forma que conocía de pasar del sueño a la vigilia, leyendo ese diario de atrás para adelante. Cuando lo empezaba estaba casi dormido, cuando lo terminaba ya podía levantarme. Me quejaba, tenía cada vez más la sensación de leer las mismas noticias ya viejas que había leído en diversas paginas web el día anterior pero lo seguía haciendo. La cuestión es que con esta mudanza y ciertas dificultades artísticas hace unos días al cabo de una semana descubrí con horror y espanto que no los necesitaba para nada, ahora si acaso, prendo la computadora un poco más temprano y recorro diarios web para ver que me perdí...”

“Los diarios en pos de generar noticias que pueden ser reemplazados por otras, desaparecerán, sucederá en el mediano plazo. Tengo la impresión que los editores de diarios para cumplir no saben que hacer para evitar que esa tendencia se acelere. y tal vez tienen muchas cualidades, su inmediatez el tiempo más o menos real su apertura, cualquiera puede tener un espacio, tal vez explica como contrastarlo con la luz del profesionalismo cierta excelencia en la escritura y en la búsqueda”.

(...) detesto la palabra periodismo de investigación, debería ser un neonato del subversivo, pero además es la única palabra que usan los policías, los detectives, los fiscales, y los periodistas deberíamos dejar de decir que hacemos lo mismo que ellos”.

“¿Por qué los editores de diarios y periódicos se empeñan en despreciar a sus lectores o en tratar de deshacerlos?. En su distracción por pelearle espacio a la radio y a la televisión, los editores criollos suelen pensar medios gráficos para una gran especie que ellos inventaron: el lector que no lee. Es un problema, un lector se define por leer y un lector que no lee... son como los oyentes que no oyen... las heladeras que no helan, una contradicción intrínseca. Los editores eluden el problema lógico, siguen adelante con sus páginas llenas de gráficos, de dibujitos, iconografías, los carcome el miedo a la palabra escrita, creen que es mejor pelear contra la tele con las armas de la tele en lugar de usar las únicas armas que un texto no combate: la escritura. Por eso en general les va como les va, por eso en general a nosotros también”.

“(...) pelea, por ahora contra la radio y la televisión. Pronto tendrán que darse cuenta que la pelea contra Internet va a ser digital”.

“(...) escribir para lectores... no para tarados, o sea, dos líneas principales. Por un lado producir buenos textos, aprovechar las posibilidades que la palabra escrita ofrece, fuera de ellas, la forma. Hasta acá mi reivindicación de la gráfica pero no como género, sino como modo de ver y de leer el mundo. La crónica es un periodismo que sí hice yo, que dice existo, estoy, no los engaño. El enfoque periodístico habitual está anclado en la simulación de esa famosa mirada que algunos ahora para ser menos brutos empiezan a llamar neutralidad, despojada de lo personal, intento de eliminar cualquier presencia, de crear la ilusión sin intermediación, una forma de simular que aquí no hay nadie que te cuenta, que esta es la realidad. El truco ha sido equiparar objetividad con honestidad, y subjetividad con trampa. Pero subjetividad es ejercicio libre, es necesario. Todo texto aunque no lo muestre está escrito en primera persona, está escrito por alguien. Es necesario que haya una versión subjetiva de los hechos narrados, no por elección sino por que es imposible que un sujeto de cuenta de una situación sin que su subjetividad juegue en ese relato, sin que diga qué importa o no contar, sin que decida con qué leyes contarlo. La prosa informativa es para que ustedes sigan creyendo que lo que tienen enfrente es la pura realidad sin intermediación”.


Cuando terminó la conferencia, me acerqué al periodista con el libro “El interior”, para que me lo firmara. Le dije que aún no había terminado de leerlo y que me lo habían regalado con motivo de mi graduación como Licenciada en Comunicación Social. Entonces, me miró fijamente, aguardó un instante y escribió en la primera hoja del libro:

“Perdón, la próxima vez exijí un regalo”
Martín Caparrós.

27/1/08

Será mejor que te vayas



Así de cobardes tengo las miserias desde que te encontré. Se me mete adentro de la piel el maquillaje. Me agujerea las mejillas. Me incomodan a sobremanera mis actitudes de niña asustadiza, no las quiero. Aguardo a que el deseo se vaya en medio de mi sueño esta noche con vos y me deje seca, sin memoria. Tengo la manía. Siempre es tarde o temprano para el amor. A destiempo para brillar con sus destellos. Tan inoportuna. Quiero dejar de adivinar que te traes entre manos y andar descalza tanteando agujeritos en la arena, mientras una ola se lleva mis ansias. Sacudirme los malos pensamientos con una ráfaga insolente de enero. Abrir de par en par mi ropero y que con ella se vuelen uno a uno los pañuelos de colores que me regalaste. No encuentro adonde poner toda la devoción. Innunda los cajones. Se escapa resbalandose de la bañadera. Se quiere salir de la cama, rasguñando las sábanas. Se esparce como una goma derretida por las alacenas de la mesada. Te devuelvo tu soberbia, ni mis cucarachas se la quedan. Dejaría que el beso dure sino fuera por el frío que gritan mis piernas. Perderme te regalará un cielo viejo y temible. Tengo la inseguridad y es toda mía, me la meto bien adentro del sombrero de pana y la saco cada vez que marcas mi numero de teléfono. Cuando me mientas, me colgaré vigorosa de la cuerda que ata mi orgullo y no te voy a creer nada. Te escupo sobre el mantel de ule las caricias que me negaste. Los pedacitos de caracoles que dejaste en mi pantalón los haré trizas contra las farolas que amenizan la vereda. Sabelo, cada vez que me coma una aceituna negra voy a olvidar una de tus arrogancias. Me comeré una por cada día que te quise. Es tarde o temprano, será mejor que te vayas. Cuando vuelvas, estaré magnífica bailando flamenco con mi vestido verde en Marruecos. Estaré tan desafiante que me habré teñido el pelo de amarillo. Si vienes al trote tocando una melodía en el violín es probable que a mis oidos no se le ocurran. Si traes una cala entre la camisa, las flores ya habrán dejado de insinuarme. Si me dices que has leido ese libro al fin y lo has entendido todo, tendré que esforzarme por saber de qué me hablas. Tu olor será un insulto. Ninguna de tus imagenes tomará sentido. La belleza en las cosas que anhelaba estará descansando en otras cosas. Seré una versión distinta de mi misma. Habrás llegado tarde o temprano.

22/1/08

Planetas alineados



Tres mujeres dencansan sus cuerpos en el verde. María, Eloísa y Paula. Acuario, Sagitario y Virgo. Toman mate. Hablan de hombres. Se ríen de sus desengaños amorosos. Creen la teoría de que la mayoría de los hombres son emocionalmente inmaduros. Paula le pregunta a María:
- Y... ¿está con alguien?
- Está con todas.
- Típico. El cobarde que está con todas porque tiene miedo a entregarse a una sola. De esos hay por todas partes. A mí me escribió un mensaje de texo hace poco. Me tomé tres días para contestarle.
- ¿Qué decía?
- ¡Tanto tiempo!, ¡que lindo sería verte!, ¿será posible?
- y...¿qué le contestaste?
- Jugué con sus propias palabras: ¿Será posible que me veas?. A él solo le preocupa mirar su ombligo.
- Es que en realidad el amor debería ser más sano. No sé en que película lo escuché: El amor, no debería basarse en la necesidad del otro, sino en el goce.
- Si, como esa frase que dice: te quiero más de lo que te necesito. Es fuerte pero es así.
Las palabras ganan espacio. La miel está derretida pero a ellas no les importa que las hormigas esten chochas. Facundo, el perro de Paula, se sacude las pulgas. Es pacífico y tiene extraviados los ojos en medio de un abundante pelaje gris. Cuando duerme, ronca emitiendo un sonido tierno. Las tres están inmersas en la pelopincho de Paula, flotan como si tuvieran diez y rememoran el día que se conocieron. El sol rota buscando su lugar en el cielo, ellas también. Ana les hace tirar unas moneditas con símbolos sobre un repasador con un gran girasol, pide que le pongan un puntaje a la cara, y otro a la ceca. Dice que es el I Ching. Eloisa y María se entregan a los chinos en una descomunal actitud de confianza. Una pregunta. Tirar las moneditas siete veces. El veredicto.
Oyen cada palabra del oraculo con la atención que se merece el mejor cuento. Dependiendo de la frase, reafirman con la cabeza o ejecutan gestos sorprendidos. Son extrañas las maneras en que lo remoto se vuelve próximo, palpable. Se suben al tren del tiempo. Las imágenes del futuro se proyectan ante sus los ojos completamente abiertos. Vívidas, como en un gran fresco. A María los chinos le aconsejan que avance progresivamente, de a poco, que no saltee etapas, le dice que este no es su habitat. Ella igual ya lo sabía. Para Eloísa las relaciones serán una mezcla de límites, fuego, energía, tendrá en sus manos un gigantezco poder que puede volverse en su contra si no lo usa adecuadamente. Luego vendrá algo tremendo, truenos y el ocaso. Pero de todo eso habrá algo que aprender, dicen los chinos. Que alivio, piensa ella. También parece que es demasiado tarde llevar adelante esa desición que había tomado. Eso la preocupa. Después de las moneditas, las tres entrarán a la habitación de Paula, se quedarán absortas ante una biblioteca nutrida de libros de Oscho. Una lástima, la fama que le hicieron, dice Paula. Eloisa tomará un libro: “Las mujeres que aman demasiado” y dirá: alguna enseñanza para mí tiene que haber aca. Y se lo llevará consigo, vaticinando sin darse cuenta las predicciones del I Ching. No le gustan los de autoayuda, pero el título la describe. El día se desvanece paulatinamente. Las tres se resignan de nuevo al verde. Silvio dice que va a hablarles de un hombre común. La densidad del tiempo es otra. Antes de marcharse irán por la carta natal. María: Luna en capricornio, relación conflictiva con una madre demandante. Eloísa: Luna en sagitario, la figura de la madre se confunde. Reconforta oír a otro describir los propios estados, modos, sensaciones. Cosas que definen. Paula es especialista en interpretar las palabras de los otros. Es una persona que insiste en estar atenta a su yo interior. Se escucha a través de cada organo, cada parte del cuerpo. Vive sin ataduras y a corto plazo. Luego de preguntarte el nombre quiere saber el día y la hora en que naciste. Porque eso siempre lo explica todo. Es un ser absolutamente místico, profundo, claro. Le entusiasman los hechos fortuitos de los otros. Desborda alegría.
El martes se va sola a El Bolson. En busca de duendes, dice cuando despide a sus dos amigas en la puerta. Eloísa y Maria piensan que lo más probable es que los encuentre, porque ella ya lo intuye y basta con intuir algo intensamente para que suceda.

19/1/08

Inventario

Los minutos que partieron, las arrugas que no llegaron, la congoja, tus demoras, nuestras miserias, nuestros diminutos disparates, la llama lenta, los mil balbuceos, mi espejo circular, nuestras nubes plateadas, los viajes, el letargo, tus ausencias, mi voluntad flaqueando, tu simplicidad, tu sangre fría, mis uñas quebradizas, el verde que me inventó, mis arrebatos, tu estúpida conciencia, la estrechez de mi cintura, tu lagrima cuadrada, tus descomunales saberes, nuestras debiles estructuras, el sudor bañando tu frente, mis disfraces, tus dudas maltrechas, nuestro humor acido, tus libros amarillos, tus obsesiones, la manzana de tu casa, la dicha de los encuentros, el eco de mi voz resonando en tu garganta, los alfajores, la duda palpitante la duda, mi armónica sacudida, mis imágenes errantes, las jaquecas, los pasillos que nos desviaron, mi ansia, las locuras que no cometimos, tus remeras viejas, la blancura de mis manos, los arboles que nos rodearon, los cafes que no tomamos, la distorsión de mis sueños, mis búsquedas constantes, los proyectos que no hicimos, los hijos que no tuvimos, los insomnios compartidos, los latidos de tu pecho, mis apuros, nuestro artilugio funcionando, los relojes detenidos, la monotonía, la nada que espera.

Nacimiento


Me pregunto como habrá sido ese mediodía en que por fin llegaste al mundo. Que tan perturbadores habrán sido tus llantos. Cómo habrá sido tu bienvenida. De que lugares provinieron tus sensaciones más primitivas. Cuáles fueron las que te convirtieron en niño y cuáles las que te deslumbraron de adulto. De qué colores habrán sido todas tus alegrías antes de conocerme. A que sabían los sabores que conquistaron tu paladar. Cuántas veces gritaste sin que te oyeran. A que se debieron tus llantos más conmovedores. Es tan poco lo que conozco de vos. Acaso nisiquiera un tercio de tus instintos. Acaso solamente el cascarón que envuelve tus razones. La calma en tu rostro estremeciéndose debajo de la luna. Tu despertar indolente. El cuero ardiendo bajo un sol perezoso. El empeño puesto en tu rompecabezas, como si en esas piezas que no podes encajar se te fuera la vida. Tus innumerables incógnitas. Tu exquisito humor. Dos o tres obsesiones domésticas. Un dejo de tu tenacidad. Las flaquezas que trataste de ocultarme. Tu insistencia en no decir nada que pueda ser usado a modo de reproche. Tus miedos a pronunciarte de más. La generosidad de tus manos. La ternura de tus ojos. La ira que te ciega. La finura de tu pelo. Las determinaciones que rigen tu comportamiento. Tus precipitados pensamientos. Tan poco es lo que conozco de vos. Menos de un tercio de lo que quisiera.

14/1/08

Ocupas



Las hormigas trepan por encima de la porcelana mugrienta. No ocultan su orgullo ni su soberbia expresión de triunfo. Posan sus patitas sobre los esqueletos de mi comida de anteayer. Las cosas se acumulan sobre la mesa, peleando por su territorio, borde sobre borde, incomodándose unas a otras. Papeles. Objetos que serán devueltos a sus dueños antes de algún fin de año o de alguna guerra en algún país arabe. Lápices descansan sobre revistas arrugadas abiertas por la mitad, llaves que condujeron a algún destino querido, sahumerios balsámicos descansan sobre papeles de golosinas. Cajones de roperos abiertos de par en par, rebosantes sin nada más que el aire habitándolos. La ropa acumulada es una pirámide egipcia que sube hacia el cielo razo de la habitación. Prendas usadas en un cuerpo que no fue el mío, telas desdobladas, convertidas en bollitos. Sillas patas para arriba, almohadones machacados contra el piso sin lustre.
Muebles que relucen su nueva textura plastificada de polvo. Olores fetidos, a zapatos viejos, a cañerías, a desperdicios de más de un mes. Estado de abandono. Alguien se ha dormido en la dejadez de las cosas que alguna vez le dieron sentido a su rutina. La casa se desmorona en una asquerosidad afanosa. Sus dueños son animales hambrientos.

Dos extraños


Hace unos días dos personas que se conocen desde hace muchos años, se sentaron frente a frente. El la miró a ella con sus ojos redondos y celestes como el cielo, hizo una pausa larga, respiró profundamente y le dijo: - Hay algo que tenés que saber. Yo no creo en la amistad entre el hombre y la mujer. Nunca te ví como a una amiga. Ella le contestó que tampoco creía. Y que tampoco había sentido que él era su amigo. Ella supo que tarde o temprano ese momento llegaría. Había tratado de evitarlo, algunas veces con menos fuerza. Pero no había ensayado las palabras que iba a usar. Si lo hubiera hecho, tampoco le hubiesen salido en ese momento. Las palabras suelen propiciar malas pasadas cuando se trata de los sentimientos. Hablaron poco tiempo pero la conversación fue intensa. Todas lo habían sido. El le dijo que se sentía profundamente solo, que no encontraba con quien compartir sus sueños. Que se pasaba la vida buscando gente que los tuviera y no la encontraba.Y que ultimamente le preocupaba ver que los suyos día a día se le iban desdibujando. También le dijo que creía en ella. Que la veía grande. Que no creía que el tuviera algo que a ella pudiera interesarle. Que le gustaba su mirada sobre las cosas de este mundo, una forma distinta a la de las personas que conocía. Ella le dijo que también creía en él. Le pidio que cuidase ese poderoso talento que poseía como un tesoro invaluable. Que veía en él un volcán a punto de erupcionar, esperando el momento para estallar. Que solo tenía que despegar los pies del piso unos centímetros más y emprender el vuelo. El le dijo que no estaba contento con la vida que había elegido.Y busca en los demás, lo que solo se encuentra adentro suyo. Ella le dijo: -Todos buscamos en los otros aquello que no tenemos. Para algunos es el camino más sencillo y veloz. Pero también puede ser el más engañoso. Despúes de que él y ella se animaron a la sinceridad y se escupieron todo lo que tenían guardado, volvieron a mirarse, como dos extraños. Ahora ella se siente aliviada pero extrañamente triste. Como si hubiera perdido algo que en realidad nunca tuvo. Y lo extraña.

11/1/08

XXY



Alex no sabe si es hombre o mujer. Los padres quieren que sea mujer, pero ella no sabe que quiere ser. Tiene, en términos científicos, lo que se llama ambigüedad genital. Es hermafrodita. Un bicho raro. Extremadamente raro. Su cuerpo desgarbado, desganado, deshilachado, la distingue de los otros. Sus rulos despeinados. Sus ojos como luciérnagas, siempre encendidos, enormes. Sus preguntas incómodas. La ropa que le cuelga como harapos. Camina torpemente. Es poseedora de una belleza exótica.
XXY, la reconocidísima opera prima de Lucía Puenzo, es una película extremadamente intimista, profunda, oscura. Por momentos la densidad con la que se describen las escenas es insoportable. Tediosa.
La familia se ha ido de Buenos Aires a vivir a Uruguay para evitar los comentarios maliciosos y las opiniones de la gente. La historia comienza cuando Alex se enamora de Alvaro, el hijo de una pareja amiga que ha venido desde Buenos Aires a visitarlos. El padre (Germán Palacios), es un cirujano frío y soberbio, al cual le interesa el caso clínico de la chica (o chico). La madre (Carolina Peleretti), con un temple apacible, intentará convencer a la madre de Alex para que la sometan a una cirugía a fin de definir su sexualidad. Hombre o mujer. La naturaleza ha dicho que no se puede ser las dos cosas.
En un momento, Alex le pregunta a Alvaro si le caen bien sus padres. El se sorprende.
–Son mis padres, dice. –¿A vos, como te caen los tuyos?. –Más o menos, contesta ella. Están siempre esperando. Y es esa espera la que define todo el filme. La actitud pasiva y dolorosa del personaje de Darín y Bertuccelli, lastima.
A la calidad de la fotografía (la elección del lugar es perfecta), se suma el lugar destacable de la música, elementos que hacen de la película un relato cinematográfico singular.
El merito de la película consiste en indagar, preguntar, asomarse con la cámara a una realidad incómoda y evidenciarla (de una manera absolutamente particular), dejándola al descubierto. No toma posición. No juzga. Perturba. Inquieta. Moviliza. Ese es para mí el sentido del cine. No generar indiferencia. Sacudir al espectador.

10/1/08

Goce

Me inmiscuyo a través de los huecos de tu espalda
desarmo tus cabellos
mi vientre te nombra
mi lengua se deshace en la cavidad de tu boca
descansa sobre tu paladar angosto
mis labios se expanden como una ola
me adentro en tus llagas
las hago estallar
navego en tu sangre
diafanas son tus pupilas
me ensordecen tus aullidos
me subo a tus pasos
camino tus vaivenes
la respiración se adormece
el jubilo se palpita
surcamos el infinito contorno del deseo
el sol impiadoso se entromete
entre los dedos de mis pies
la vida huele a tierra mojada
te robas mi ultimo suspiro
me convierto en tu dicha.

Ojo de Tigre

El destino que busqué me espera en una esquina de la cuidad de las aguas más sublimes y fastuosas que jamás haya visto. Está desencajado y tiene los ojos de un tigre. Se para sobre sus piernas firme para dar el salto y observa a su presa. Está a punto de atacarla. Simula que es la primera vez que lo hace.
Es mediodía y el sol quema la lengua de los lagartos. Su casa es luminosa, su risa también lo es. La mía en cambio, todavía es apacible y tímida. La entrada había sido jugosa. La última carta había llegado a mis manos gracias a otro descuido de mi boca. Ahora yo me la estaba jugando. No se le ocurrió ni por un instante pensar que yo era de las que no se intimidan. Era el momento de zambullirse de pies a cabeza en el plato principal. Sin un centímetro de espacio para la vacilación, con la certeza de una batalla gloriosa. Sin embargo, la fatalidad nos acechaba de cerca, y planeaba arruinarlo todo. Lo imprevisto puede ser fatal. Nos propusimos reírnos de ello. La noche nos encontraría torciendo lo inevitable sobre un acolchado azul.

El ataque
Es viernes, son más de las diez y hay un sol redondo que nos mira desde la montaña. Espero las velas que prometiste. Podríamos haber estado en ese bar de Ibiza que tanto te gusta, pero estamos en la ciudad de las mil postales, aquí los cuadros bonitos se palpan con los dedos. Nos deleitamos con un manjar premeditado y ambicioso. La ansiedad nos carcome. Aguardamos con calma el momento. Me hablas de dientes, de la suerte y del esfuerzo. Yo ya no estoy aquí sino adentro de tu cama. Pero disimular me sale bien. A qué sabrá el postre, nos preguntamos en silencio. Si fueran uvas, se desarmarían en tu boca y me las bebería por completo. Bebemos vino y fumamos más de mi cuenta. Me hablas del dolor que llevas debajo de la coraza y sin querer me pedís que te rescate, yo no me resisto. Oscuras son las reminiscencias que te dejó a su paso el amor. Casi vencidos están los cimientos de tu confianza. Trataré de salvarte esa noche y las dos que le siguen. Todas las veces que quieras. Corren como una catarata los minutos en los que tu orgullo te da una tregua. Me gusta cuando sos libre. Cuando la luna te espía, abrís en dos mitades tu alma e invitas a mis ojos a mirarla con ojos de tigre. Te lo había insinuado torpemente, sin sutilezas, pero igual reafirmo: -Conmigo no estés a la defensiva. No sos la clase de animal al que atacaría. Deja de cubrirte el cuello con las garras, menos aún te estrangularía, hubiera querido agregar. Había pasado más de una hora desde la calma a la pasión y yo hubiera deseado gritarte al oído que sí en cambio, hubiese dado todo por apresarte entre mis brazos flacos. Si hubiera habido cortinas, las hubiéramos arrancado con violencia. Si hubiera habido escaleras, habríamos desafiado las líneas rectas de los escalones. Me aseguré de que hubiera estrellas en el cielo y las coloqué una a una sobre los innumerables lunares de tu espalda. Una por una las besé. Las musas de la inspiración se regodearon afanosas cantándole al amor. Entonces aguardo el momento en que bajas la guardia y me empeño en domesticarte. Se vuelve impenetrable y robusta la coraza que te habita. Tus garras de felino agasajan mi cabello. No voy a dejar que entierres tus colmillos en mi garganta. Estás seguro y se te nota. Se borran los contornos de las rayas de tu piel. Te reís y es una explosión de adrenalina. Traviesa y amplia es tu boca. Poderosos tus brazos cuando me sostienen en el aire. Duro tu pecho cuando me hundo en él. Fervientes y enardecidas las horas del sexo. Húmedos los cuerpos en el goce. Insensatos y desquiciados los sonidos que producen mi garganta rota. Espesos los líquidos que emanan de nuestros sexos. Cobarde la suspicacia que no se anima a intimidarnos esta noche. Desdibujados los límites del exceso. Empalagosos los besos. Profundas las mordeduras en la piel. Intensa, la foto que no le sacaste a tu víctima.

3/1/08

Entrevista a Ana Ruiz


“Cada persona tiene una propuesta actoral diferente”

Toco el timbre de una casa que no conozco. Ella, Ana Ruiz, corre la cortina de la ventana y al verme ejecuta una mueca. Luego me explicará que esa en realidad no es su casa sino la casa de su abuela, que se encuentra allí cuidándola. La casa es grande y cálida. Ella ha preparado el sitio de la entrevista con anticipación como quien agasaja a una amiga, en una pequeña galería poblada de plantas. pero cambia abruptamente de idea al percibir un aire fresco y dice que será mejor adentro sino quiere ver empeorar su gripe. Un olor a madera vieja empapa mi nariz durante toda la charla en esa cocina tan minuciosamente ordenada. Ella tomará de su mate durante toda la entrevista y mirará solo una vez el reloj de pared que se encuentra a su izquierda. Su mirada absorta y atenta al develar confidencias, gustos y preferencias teatrales dejará traslucir un enorme caudal en el que las experiencias y los conceptos son parte de un aprendizaje que la actriz ha forjado a lo largo de muchos años de profesión.

¿Cuándo y cómo surge tu vocación por la actuación? ¿Cómo fueron tus inicios?

Yo desde chiquita actúe, me gustaba representar las canciones, usaba a mis hermanas de actrices secundarias o con mi prima jugaba a darle vida a cualquier cosa. Desde los doce años que hago teatro. Después empecé letras, pero el mismo día que me inscribí en la facultad me crucé con un conocido de teatro y terminé haciendo la carrera, y ahí ya fue más profesional, siempre tuve grupos vocacionales, fuera de lo institucional. En Córdoba empece con Mario Mensacapo, tenían como una escuelita en la que se cursaban talleres, el IEA, Instituto de Educación por el Arte. Tenías expresión corporal, actoral.... En mi época estaba el IEA, el IEC, La Luna y La Cochera del Paco Giménez. Eso lo hice antes de la facultad.

¿En cuál de los roles te sentís más a gusto, en el de actriz, en el de docente o en el de directora de teatro?

En orden de gustos, el de actriz, aunque es el que menos hago ahora.Yo arranqué actuando siempre pero después de la facu me costó un poco. Actúe mucho en El Cuenco pero entre obra y obra había un año, un año y medio y eso por ahí dilata un poquito la cosa, pero como yo hace mucho que hago teatro enseguida le agarro el ritmo, es muy importante para mí tener como una trayectoria, porque siempre te va quedando la enseñanza. Volviendo a los roles, primero el de actriz, después el de docente y por último el de directora pero también porque es en el que menos me desempeñé, el que más hago es el de docente en el nivel medio, en el universitario y en talleres.

Tenés una tendencia a actuar siempre dentro del género dramático, eso ¿es casual o te desenvolvés con mayor comodidad en el drama que en la comedia?

Cuando cursé talleres y me formé, siempre me gustó mucho el humor pero no lo hice nunca en espectáculos. Y de gustarme me gusta la expresión corporal, el movimiento, pero tampoco lo he hecho como actriz. Si en “Burda” y como directora he apelado a eso, también en “Morirás por mí”, obra en la que lo visual y corporal era muy importante, medio poético también. Después con El Cuenco y desde Mario (Mezacapo), Roberto (Videla), que quizás fueron unos de mis primeros maestros, me han marcado como actriz. Tengo mucha facilidad en todo lo que tenga que ver con el realismo, con el decir desde ahí. No significa que es lo que más me guste sino que es lo que más hice. Me gusta el absurdo, lo experimental, pero quizás no me he asociado con un grupo que también incurra en esas temáticas. En los trabajos que hice el texto el decir es bastante coherente, responde a una lógica.

¿Utilizás algún tipo de metodología o técnica de actuación o te sentís influenciada por algún dramaturgo en especial?

La creación colectiva. El trabajo que aprendí con Roberto Videla y también con mis compañeros. La dramaturgia de grupo. Tiene que ver con la improvisación más o menos experimental, de la que se extrae cierto material temático y otras veces estructural, en la que elegís ciertos roles o personajes, condiciones espacio-temporales y en base a esos referentes se construye una dramaturgia.

Si es que para vos existen, ¿cuáles son los riesgos que se corren con la puesta en práctica de esta metodología?

Que a veces hay que atenerse al proceso que implica la construcción de una dramaturgia en base a improvisaciones, hay veces que el material no te resulta a vos como director o debés tener el tiempo de dejar que ese material se procese, ya sea vos como director o vos como actor que aplica determinadas técnicas para que esa dramaturgia grupal se construya. Yo creo en el aporte colectivo donde no hay una idea, un escritor único, sino que el escritor se alimenta del material que proponen los actores. No es un escritor de escritorio, valga la redundancia. El actor no sólo propone su talento sino que propone signos. Es una tarea dificilísima como director encontrarte con el material y armar un todo, teniendo en cuenta además que los actores suelen ser muy distintos entre sí.

Teniendo en cuenta que la voz y el cuerpo para un actor constituyen su herramienta de trabajo y de expresión. ¿Que tipo de pautas de cuidado utilizás?

Ese trabajo es bastante solitario, ha sido en grupo en otros momentos. Por un lado el entrenamiento actoral, que es en mi casa, más con el cuerpo que con la voz. Inclusive a veces practico cosas que quiero probar con mis alumnos (suelta una carcajada). En general es con música y aplico cuestiones espaciales, de cualidad, de movimiento, de fuerza. Me gusta mucho escuchar música porque te propone cuestiones actorales también. Eso lo hago desde chica, poner en funcionamiento el cuerpo y por otro lado está lo que tiene que ver con el estado físico, para eso trato de ir al gimnasio dos o tres veces por semana.

¿Crees que existen condiciones imprescindibles para ser buen actor de teatro?

Sí creo en la disciplina, una conducta mínima es necesaria para poder capitalizar tu propuesta corporal, porque cada persona tiene una propuesta corporal y actoral diferente, si es que sabe trabajarla o se encuentra con un director o maestro que sepa evidenciarla. Me parece que Paco Giménez como docente sabe capitalizar actoralmente aquello que es particular en la personalidad del actor, no en la técnica que muchas veces te lava la conducta, en cambio Paco lo que hace es un trabajo inverso: potencializar tus características humanas para que sean teatrales. Ver tus gestos, tus tonos vocales, en una situación de representación, eso más otras cualidades enriquecidas que son las de los otros. Un actor tiene que tratar de estar despierto sino pasa a ser el actor que quiere que lo dirijan y nada más. El ideal mío ser consciente de lo que pretendés decir, es más ético inclusive, porque hacer teatro es montar un discurso visual, actoral, espacial...

¿Cómo es el momento previo antes de salir a escena?

(Suelta una carcajada) Yo me pongo muy nerviosa. Trato de hacer algunos ejercicios con la respiración, el hacer ciertos recorridos por el espacio. Sucede que en las primeras funciones yo puedo ser muy estricta con eso pero cuando ya estoy muy familiarizada con la obra, hay ciertas cosas que las voy dejando de lado. Pero lo ideal es hacerlo. Tambien se puede practicar una partecita del texto con tus compañeros. Si hay alguna escena en la que hay que apelar a alguna emoción trato de repasar no sólo el texto sino un recorrido imaginario por las pulsiones que tiene ese momento para poder volver sobre eso. Con respecto al “mierda”, a mi en realidad no me gusta, vuelve medio colegial el asunto, adolescente, ¡me matan mis compañeros si me escuchan!, me dicen: -¡qué mala onda que sos!. Y sí hay cávalas pero según la obra. Antes de El Tamaño del miedo Lucía dice con una linternita: -a gozar mi amor!, pero son tonterías que las hiciste el primer día y por cávala después las repetís. Nos ponemos las cuatro de la mano en una posición y después eso se respeta en todas las funciones.

¿Qué es lo que más te atrapa de esa obra?

A mí lo que más me gusta de la obra es que plantea la importancia de los vínculos, de cómo los vínculos humanos te determinan, te marcan. En la obra los personajes y lo que hacen son importantes por la relación que tienen, han tenido y van a tener. Son tres generaciones distintas en las que la presencia del hombre es también una consecuencia, una causa y una solución. La obra tiene un tono trágico, de hecho termina casi como una tragedia. Me gusta el estilo que tenemos para actuar, desde lo cotidiano, lo actoral, los perfiles de los personajes. Me parece que es un trabajo fino, difícil, que no se hace mucho y esta bueno estar en un grupo en el que se puede hacer y bien.

¿Cómo fue el proceso de surgimiento y desarrollo de la obra?

Rodrigo (Cuesta, el director) nos daba, esto que te digo de las improvisaciones ¿no?, ciertos parámetros, condiciones dadas, que nosotros trabajábamos juntos. Así empezaron a surgir los roles. Había unas ideas básicas de Rodrigo, la casa en el campo, las relaciones madre-hija y nosotras desarrollamos a partir de eso. Ademas él tiene una manera de construir el relato cinematográfico muy particular y propia, la historia va y viene, empieza por el final, los cuadros se descomponen y se repiten pero con variaciones y el efecto cinematográfico se da por el estilo de actuación muy realista, naturalista. Eso y las apariciones dentro de lo real de momentos un tanto ambiguos, indefinidos, así sea parece un sueño, parece un pensamiento, parece algo que podría haber ocurrido pero no ocurre, podría haber explotado pero no explota y se repite.

La obra lleva ya muchas temporadas en escena. ¿Cómo manejas el tema de la repetición?

Me resulta difícil responderte, ¡lo tengo tan incorporado! es entrar en situación, no es mecánico porque en determinado momento hay una pulsión corporal aprendida, en tal momento respondés a tal estímulo, una vibración y es concreto. Para mí actuar es muy divertido. Es estar en un momento de mucha adrenalina, de mucho nervio en el que la tensión tiene que estar puesta ahí, en todos, no sólo en vos. Entonces hay que equilibrar esas tensiones. Lograr ciertos instantes. Todo eso implica un juego tan llamativo para mí que no me aburre, es más, es un desafío sostener cuestiones que ya las sabes, que ya las aprendiste, ya las dijiste. ¡Es como bailar!

Tu personaje es uno de los que más trabaja el recurso de la emoción, más específicamente el llanto ¿cómo es el trabajo que realizás para llegar a la emoción?

Es difícil, no siempre logro lo mismo. Yo lo que hago es imaginar frase por frase lo que se está diciendo. En esa parte donde yo digo: -Eras tan chiquita!, no estoy pensando en imágenes. El tono de voz en el que se dice es muy probable que a mí me haga emocionar porque hay ciertas colocaciones de la voz que a uno lo emocionan. A esa parte en particular hay que darle tiempo, sino es muy probable que no llegue a la emoción, respirar, establecer el contacto con Belén, a quien va dirigido ese texto. Es el tiempo del decir con modulaciones de la voz. También hay funciones en las que el llanto me llega despues, mas tarde, de golpe y cuando viene la emoción paf! te golpea y las lágrimas vienen como una catarata. Pero también lo busco desde la respiración, desde el pecho, buscar agua en la boca, hacer esas pausas que son tan importantes y a la vez de hablar más fuerte. Que exista esa conexión familiar entre Belén y yo es muy importante, ahí sí puede haber evocación, pero no de algo externo, sí como rol de situarse en la escena, eso es bien realista, bien psicologista...

¿Cuál es tu visión acerca del teatro independiente que se está produciendo en Córdoba?

Me parece que se está haciendo muy buen teatro, que las salas ofrecen lugares importantes de experimentación, que se está trabajando para que las dramaturgias sean autóctonas, menos influenciadas por Buenos Aires. Igualmente me parece que nunca se terminaron de impregnar del todo tampoco, es muy fuerte la formación cordobesa de creación colectiva, su modo particular de proceso y de producto. Creo que hay directores muy interesantes que también son pedagogos. Es muy positivo que todas las salas sean formadoras. Entonces, se están llenando más los teatros, se están logrando hacer otras actividades y hay buen diálogo entre las salas, discusión.... Con respecto a lo económico, considero que la provincia, la municipalidad y el gobierno nacional aportan, pero podrían aportar mucho más, hay que estar siempre en mesas de trabajo, presentar proyectos. Es pobre, precario el lugar que se le da a la cultura, hasta incluso vergonzoso, que el trabajo de los artistas sea tan mal pagado, tarde y poco.

¿Qué significa para vos el reconocimiento de la obra por parte de la Agencia Córdoba Cultura?

Estoy muy orgullosa y pienso que es un reconocimiento muy merecido. Realmente lo digo. Rodrigo viene trabajando hace mucho muy seriamente como director, él y el grupo ser merecían un reconocimiento. Por ahí puede que nos hayamos equivocado en cuestiones estéticas, algunas cositas, pero me parece que el grupo tiene una trayectoria. Creo que es un momento -inclusive- de festejo por los diez años de El Cuenco, en el que no me extraña que nos haya ido bien y no lo digo con soberbia. Hemos logrado sintetizar años de esfuerzo. Es un buen trabajo llevado en buen camino y en buenahora se ha reconocido. Como producto artístico es un material interesante para discutir, dejarse emocionar y poner en conflicto.

Entrevista a María Teresa Propato

"Me hubiera gustado ser todo lo que fui"

Perdida en su enorme sofá por la pequeñez de su figura y al lado de su fiel compañera Punky, una gata montesa a la que malcría como a una hija, María Teresa Propato, periodista y directora del periódico Hoy día Córdoba, se sumerge en un minucioso y detallado recorrido por su historia periodística. Cuando habla lo hace de forma apacible con esa voz seductora que le ha regalado ni más ni menos que la posibilidad de convertir en realidad muchos de sus sueños adolescentes. A través de ella se permitió vivir cada momento con la intensidad del unico.
Nació por casualidad en Brasil, pero está plantada más que nadie hace casi 80 años en esta tierra argentina.Todavía se sorprende y se deleita con el relato de sus anécdotas más curiosas, como si fuera la primera vez que las da a conocer. Su intrepidez, su irónica forma de ver la vida y su lúcida capacidad de reflexión, la convierten en una periodista de raza y en una persona absolutamente cautivante. María Teresa vivió los años más gloriosos del siglo pasado y todavía tiene cuerda para rato. Un privilegio para los que la tenemos cerca. Este es mi más modesto homenaje.

¿Cómo comenzó a trabajar en los medios de comunicación?

De forma absolutamente casual. Respondiendo a una vocación que había manifestado desde muy chiquita, quise ser docente y estaba ejerciendo como maestra de 6to grado de la Escuela Nº 1 de Mar del Plata, llegó fin de año y al saber que estaban inaugurado una nueva emisora radial, organicé una visita de los chicos hacia radio Mar del Plata. Cuando llegamos, había un señor bajo y gordito subido a una escalera, colgando una gran escarapela en el frente y yo me enteraría después que ese señor era Jaime Janckelevich, el dueño de radio Belgrano. Entramos, yo me quedé viendo a la gente que hablaba delante de un micrófono. Cuando se abrió la puerta y me hicieron pasar yo entré con toda tranquilidad, no me di cuenta de lo que significaba que la próxima que tenía que hablar delante del micrófono era yo. Me dieron un librito para que leyera y yo leí. Fue una travesura, pero tuvo consecuencias porque en el control estaba el señor gordito y me hacía señas con el dedo para que fuera a conversar con él, me llevó a su despacho y me preguntó si quería trabajar en la radio. Yo le contesté que era imposible, estaba muy contenta con mi condición de maestra y además en mi casa no me iban a dejar!...me preguntó que otras cosas podía hacer y le dije que era profesora de música a lo que contestó: - Ah! entonces puede hacer la discoteca. Ahí terminó supuestamente el episodio, pero a mí me quedó la idea dando vueltas en la cabeza, y al otro día volví. No dije nada en mi casa. A a los 8 días estaba organizando la discoteca.

¿En qué consistía ese trabajo?

A la emisora llegaban todos los discos desde Buenos Aires y había que organizarlos, yo de eso sabía poco y nada, sin embargo tenía una cultura musical amplia, sabía de discos, qué era lo que se escuchaba en ese momento, por suerte que allí había gente de Radio Belgrano que me fue ayudando... A los pocos días me preguntaron si sabía escribir a maquina y yo con una desfachatez total y absoluta les dije que sí!, me pidieron que escribiera un micro y que le pusiera un título que quisiera, ¿qué es un micro?, pregunté, - Un programa chiquito, me dijeron y yo escribí mi primer programa que se llamaba “Una mujer frente al espejo”, y era la impresión que a mí me había dado enfrentarme con ese mundo de la radio y salió al aire dicho por mí. A partir de ahí ya no paré más, cuando llegó el tiempo de iniciar las clases, yo presenté mi renuncia a la escuela.

¿Cómo tomó su familia esa decisión?


Yo debo haber trabajado muy bien la moral de mi papá y mi mamá porque no se opusieron, además fueron a la radio, vieron que era un lugar de trabajo como cualquier otro y no hubo problemas...

¿Cómo conoció a su marido, (el periodista Roberto Propato)?


En la radio, adonde él fue también por casualidad, a raíz de un concurso que se hizo para encontrar voces nuevas. Tenía una voz hermosísima, microfónica, una forma de hablar sumamente agradable y seductora. Se presentó para un casting, venía de haber cursado su cuarto año de medicina y tercer año de filosofía y letras en Buenos Aires, venía escapado de una familia que lo amaba y lo quería proteger demasiado, el ya tenía 26 años, era hora de que lo desprotegieran un poco, la cuestión es que terminó casándose conmigo. Lo ví por primera vez cuando entré a la oficina de contaduría, ahí estaba el señor Propato, - El señor acaba de ser seleccionado para el casting de nuevas voces, me dijeron y yo le dije:
- Bienvenido!, tan bienvenido se sintió que no se fue nunca más, fue un 22 de noviembre, el día de la música, 6 años después de haber entrado yo a trabajar a la radio. Yo para ese entonces ya era directora artística de la radio, la conocía como un guante por el derecho y por el revés, había hecho todas las escalas, había aprendido a organizar la discoteca, a escribir microprogramas, programas más largos, libretos para radioteatro, de adaptaciones de películas, había tenido la oportunidad de tocar el piano también en programas infantiles...

¿Cómo fue trabajar en ese medio y cuáles fueron las figuras más importantes que recuerda haber conocido?

Yo estuve, excepto brevísimos intervalos en que nacieron los chicos, treinta años en la radio, en los que ella pasó a ser parte de mi vida. Me dediqué en el micrófono a hacer una audición de cine, gracias a la cual se me dió la posibilidad de conocer a muchísima gente. En Mar del Plata se hizo el primer festival de cine. Ese fue mi primer ingreso al mundo propiamente de la radio en conexión con el cine, pude hacer entrevistas y reportajes que a mí me deslumbraron, pude entrevistar a Gina Lolobrigida, a Herold Flinn, de conocer a Mary Pickford. Para alguien como yo que era tremendamente aficionada al cine, porque siempre he sido una espectadora interrumpida, sin solución de continuidad. Imaginate lo que significaba estar a pocos centímetros de las figuras que había admirado, era algo maravilloso!. Además, una buena parte del tiempo que yo trabajé en la radio lo hice también en televisión, en canal 8, haciendo críticas cinematográficas, crónicas de espectáculos... Ahí fue donde conocí a Paul Newman, que fue como zambullirse en un mar celeste, un hombre encantador, que fue el que más me impactó. Conocí a muchos directores y actores del teatro nacional, Orestes Caviglia, Eva franco, Delia Graces, Zully Moreno, a George Sadull, uno de los teóricos del cine más importantes de Francia, a Abel france, el que hizo aquel ensayo de la pantalla dividida en tres que fue un antecedente del cine mascope y todo lo que se hizo en materia de pantalla ancha, tengo un libro con la dedicatoria suya. Conocí a Luis Sandrini, a Nina Pastorini, a Mirtha Legrand en la época en que ella y su hermana eran figuritas del cine, a Zully Moreno.

¿Me podría contar cómo fue que conoció al director de cine, Toshiro Mifune?

Fue a raíz de los festivales. Se empezaba a trabajar desde la mañana, a la hora en que se podía pescar fuera de todo protocolo a algunos actores que anduvieran recorriendo la cuidad sin demasiados mirones. Yo estaba sentada en la plaza Colón, a media cuadra del Hotel Hermitage y el Hotel Provincial donde paraban las estrellas, allí estaba vigilando que podía pescar para mis entrevistas con mi grabador, entonces se sienta al lado mío un señor de poco pelo, de estatura mediana tirando a baja, de poquito pelo, bigotito, una persona gris, nada particular. Yo no reparé en que era oriental, era de tez blanca. La cuestión es que estuvimos mirándonos los dos un rato, el muy cordial me saludó, yo le respondí...Y a la noche de ese día yo voy a la recepción que ofrecía la embajada japonesa y me recibe en la puerta del salón un señor con un kimono negro impresionante, con su colita agarrada atrás de la cabeza, con una espada de esas tipo samurai a la cintura, una cosa impactante. Mi sorpresa fue cuando me doy cuenta que el señor que me besa la mano y me hace una reverencia, era ese mismo señor que yo a la mañana había visto en la plaza: Toshiro Mifune.

¿Qué es lo que distingue a la radio de aquel entonces de la de ahora?

La de antes era muy distinta de la de ahora, yo soy una buena oyente de radio, soy consumidora de radio. Ahora en cada programa que sale al aire se menciona un equipo importante de gente que trabaja detrás, en aquel momento, la persona que hablaba en el micrófono generalmente escribía lo que decía, su propio guión, en el control había un operador con el que uno se entendía por señas, había un locutor de turno que es el que hacía los avisos y había un locutor especial que insertaba las frases especialmente contratado para esa voz, había números en vivo, había quebradas con disco y pará de contar, no existía la formalidad que hay ahora en cuanto a cantidad de gente para cada especialización...

¿Alguna vez fue censurada? ¿Tuvo situaciones difíciles?

Si tuve bajadas de línea... - María Teresa, tenga cuidado, hay quienes dicen que usted es comunista, me dijeron en una ocasión. Yo no he sido comunista, quizás he coincidido en algunas cosas con el sistema pero sin saberlo, sin proponérmelo.

¿Tiene algún referente radial o televisivo de aquella época y de ahora?

Yo por razones profesionales escucho radio local, lo cual no me provoca ningún placer. Sigo mucho los informativos, me interesa para poder escribir, el paso a paso, las menudencias, pero los programas que me gustan son los musicales. Al que sigo mucho es a Jorge Martínez, me interesa la forma de hacer periodismo que tiene, lo miro con ojos de bióloga, no es que me guste todo lo que hace pero es interesante porque me da la pauta de hasta que punto se venden todos aquellos que se prestan a una entrevista, son capaces de decir cualquier cosa para sostener un personaje que han inventado. De mi época, me gustaba por ejemplo Chas Cruz. Un periodista que fue un innovador fue Nicolás Manceda, el creador de periodismo como espectáculo, eso lo hizo muy bien, todo dentro de un plano comercial.

¿Cómo vivió la época de la ultima dictadura militar?

Yo estaba trabajando, fue mi ultimo período en la radio pero ya estaba más aplacada, no me gustaba tanto el trabajo que hacía porque se había automatizado mucho el trabajo, por ejemplo, toda la parte comercial iba grabada. Yo dejé la radio en ese momento porque sentí que se había roto algo. Además de otras circunstancias familiares, lo que es más importante de aquellos años fue que se produjo en mí la pérdida de la inocencia, un montón de cosas que uno ha vivido con tanto entusiasmo, con tanto interés y que de repente pierde la magia, es un poco como el entierro de los sueños. Fue la desaparición de una época. En aquel momento se despertó en mi un interés enorme por todo lo social, descubrí otro aspecto del periodismo, me empezó a interesar la política, empecé a ver otras cosas que antes no había sabido ver, se terminó una etapa.

¿Considera al periodismo como una profesión o piensa que debe ser vista como un oficio? ¿Es necesaria la formación académica para ser un buen periodista?

Se va haciendo oficio en la medida en que te hacés experto en todos los mecanismos de los medios, pero es una profesión por lo que tiene de profesar. Es una especie de religión atea que te hace pasar por alto un montón de cosas para conseguir lo que querés, lo correcto o lo incorrecto, es un afán enorme por lograr el objetivo que uno busca, a veces se llega a extremos que por ahí no son plausibles. Pero todo lo que se sabe sirve por añadidura, yo en la radio tuve ocasión de canalizar todo lo que había aprendido de literatura, de música, de cine, como docente. Eso está demás en la medida en que deforme el entusiasmo que uno tiene, en la medida en que te vuelve falto de interés, falto de espontaneidad.... La prueba está en que hay cada vez más especializaciones. El periodismo necesita del saber de otras disciplinas. Ahora, creer que con el conocimiento que puedas tener de otras ramas podés ser periodista, no. Podés ser una persona ilustrada, pero ser periodista es tener un berretín enorme con esa profesión, encontrarle el interés social, el periodista está siempre como ante un gran fresco de la realidad, es parte y es espectador, es las dos cosas.

¿Cuál es su idea acerca del periodismo actual?

Yo creo que el periodismo es uno solo, cuando se habla del periodismo actual se habla de las formas espurias que tiene el periodismo a través del tiempo. Las ha tenido antes y las tiene ahora, porque oportunismo hubo siempre y lo seguirá habiendo. Es verdad que con el advenimiento de los nuevos medios se bastardea mucho al trabajo periodístico, ese alarde de mal gusto, esa chismografía barata, ordinaria, a ultranza, que se hace con la excusa de que a la gente le gusta. Eso es una mentira enorme, a la gente le interesa eso que se le induce a que se interese. Adonde va Vicente?, a donde va la gente. El hombre es un animal de costumbre. En realidad creo que todo tiene que ver con la degradación cultural que hay en la sociedad, en una sociedad enferma de inculta, tiene que prosperar eso.
Otra cosa que yo no entiendo, a los periodistas que dicen: -Yo trabajo de tal hora a tal hora..., el periodismo no tiene horarios, no entiendo como alguien que trabaja en los medios puede pasar en el colectivo por al lado de un accidente o lo que sea, y al ver algo que está sucediendo, no se interese y vaya a preguntar, que pasó, como sucedieron los hechos, que no ponga el cuerpo, que no tenga ese instinto que caracteriza al periodista. Con el advenimiento de la tecnología, se espera que todo llegue via internet, que la información llegue de las agencias de noticias.
Pero lo peor de todo, sin duda, es la mercantilización que hay en el periodismo.

¿Por qué sigue escribiendo y que la motivó a elegir la gráfica en este momento de su vida?

Yo sigo escribiendo porque estoy viva y porque ya es indivisible la cosa. Está incorporado a mí. Tal vez porque sé que el día que ya no escriba estoy lista para el viaje. Y la gráfica, porque yo escribí por vía de la radio, tuve la oportunidad de conocer a Julio Korn el dueño de la editorial....... que tenía revistas como Radiolandia, Antena. Fue el hombre que inició el periodismo de espectáculos. Y él me interesó para que escribiera las cosas de los festivales, las anécdotas, entrevistas, y después seguí escribiendo. Siempre me desarrollé simultáneamente en las tres áreas. Yo creo que el periodismo es abarcativo, integral. Si vos querés reflejar algo, podrás hacerlo con más o menos habilidad en una u otra rama, pero no hay tantos impedimentos.

¿Cuál es la enseñanza más importante que le dejó esta profesión?

A mí me enseñó a ver, y me dio la suficiente experiencia para decir que la mayoría de la gente pasa ciega por la vida, con anteojeras, no percibe lo que sucede a su alrededor.

¿Qué hubiera sido sino fuera periodista?


A mí me hubiera gustado ser todo lo que fui, periodista de radio, de televisión y de gráfica. El periodismo aplicado a cualquiera de sus vertientes. Tal vez lo que cambiaría serían algunas actitudes que tuve en mi vida que me hicieron renunciar a seguir metida en esto cada vez más, pero llegado el momento de elegir entre eso y la familia que podía formar, no tuve opción. Entonces el periodismo pasó a ser un colateral mientras no me impidiera seguir siendo mamá y esposa. En ese sentido el periodismo es absorbente y dominante, nunca se le puede pedir que espere, por el contrario hace que tenga que esperar todo el resto. La gráfica pasó a ser lo que me resultaba más viable.

2/1/08

El misterio de las especias




Una joven india brinda a sus clientes la combinación necesaria de hierbas aromáticas para solucionar sus problemas. Ella ha decidido respetar a rajatabla lo que sus especias le dicen hasta que se enamora y todo comienza a funcionar mal. Para la periodista ciudadana, “Condimentos para el amor” es recomendable no sólo por la bella historia que narra sino por el tratamiento de la imagen que realiza su director Paul Meyeda Berges.

La película estadounidense dirigida por Paul Mayeda Berges relata la historia de una joven india vive su vida según los dictados de las especias.
Criada por una abuela que le inculcó desde pequeña el amor por sus raíces y el amor por las hierbas, Tilo dedica su vida en Estados Unidos a un negocio de especias.
Cada una tiene una utilidad diferente y puede determinar una gran diversidad de sucesos y situaciones. De acuerdo a esto, Tilo le brinda a cada uno de sus clientes la combinación necesaria para solucionar sus problemas. Un niño árabe que es discriminado en el colegio por sus compañeros americanos, un hombre que decide conquistar el amor de una mujer a través de sus dotes culinarias, un anciano cuya nieta se rebela a respetar su origen, entre otros, acuden a Tilo y constituyen su razón de vivir.
Ella ha decidido respetar a rajatabla lo que sus especias le dicen, pero esto se ve en peligro cuando Tilo conoce a un hombre y se enamora de él. Es allí cuando las cosas comienzan a marchar mal y los efectos de las hierbas aromáticas desaparecen perturbando no sólo a la joven, también a sus clientes. De esta manera, Tilo se enfrentará a las palabras de su abuela quien no esta de acuerdo con que ella responda a los impulsos de su corazón y tendrá que elegir entre darle cabida a sus genuinos deseos o seguir viviendo de acuerdo a sus raíces.
La película “Condimentos para el amor” es altamente recomendable no sólo por la bella historia que cuenta, sino por el tratamiento que de la imagen realiza su director Paul Meyeda Berges.
La ambientación de los escenarios es formidable. Los rojos de los chiles y el verde de la albahaca, se mezclan con los marrones de las distintas clases de semillas y uno hasta puede sentir los aromas de las especies inundando el olfato. Junto a esto, no se puede dejar de subrayar la elección del vestuario de Tilo, que evidencia aún más su exótica belleza, también el acompañamiento a este cóctel delicioso, de música india para ambientar las escenas.
“Es fácil para tí, tienes raíces fuertes...” , le dice Doug a Tilo, luego de contarle la triste historia de su vida... “No lo creas, a veces tus raíces pueden estrangularte...” responde ella.
“Condimentos para el amor”, un viaje fantástico que involucra los mandatos de nuestros orígenes, los deseos y el amor.


Publicada en http://www.sosperiodista.com/ el 08/08/07

La obsesión de ser otra persona para que el amor dure



En la pelíìcula trece del coreano Kim Ki Duk, la hermosa Seh-hee presenta un vínculo enfermizo con su novio Ji-woo, los celos excesivos y el miedo a que el tiempo arrase con la pareja se convierten en el corolario de su infelicidad. Para resolver este dilema toma la decisión de convertirse en otra persona. Sarcasmo, ironía y el convencimiento de que la belleza es una percepción "absolutamente relativa".

La última película de Kim Ki Duk, fiel a su exótica y creativa manera de contar historias, es perturbadora por donde se mire y produce efectos contradictorios.
Sucede que, por momentos, uno no sabe si reir o llorar por las extrañas situaciones que surgen en “El tiempo”.
La hermosa Seh-hee presenta un vínculo enfermizo con su novio Ji-woo, los celos excesivos y el miedo a que el tiempo arrase con la pareja, se convierten en el coroloario de su infelicidad. Para resolver este dilema toma la decisión extrema de someterse a una cirujia plástica y pasar a convertirse en otra persona. Ella piensa que de esa forma recuperará la felicidad perdida y conseguirá que su novio vuelva a enamorarse de ella. Algo que sólo está en su mente, puesto que él, (quien al principio del filme aparenta estar un tanto más cuerdo que ella) no manifiesta signos de no estar enamorado. Por el contrario, demuestra amarla pese a su neurótico comportamiento.
De esta forma, la obsesión por convertirse en otra persona y el amor entre estos dos seres, que no cesará con el paso del tiempo, serán los ejes de una historia que no escatima ironía y sarcasmo.
La escena de la chica coreana con su foto previa a la cirugía pegada en su cara paseandose por la ciudad genera incomodidad y uno no sabe qué actitud tomar. Digno de una fotografía cuidada, de la elección de un escenario urbano perfecto (la reiteración de los mismos lugares es un elemento novedoso), de felices actuaciones, sobre todo la de Seh-hee (la actriz Hyeon-a Seong), y de una sonorización ajustada que acompaña la gran diversidad de situaciones presentadas, el director de “Primavera, verano, otoño, invierno...y otra vez primavera”, “Hierro 3” y “El arco”, vuelve a sorprendernos con una película absolutamente original que descoloca.
Mueve los preconceptos y nos transporta a un mundo frívolo donde el corolario de la belleza roza el límite de la locura. Pero a través de sentimientos como el dolor (de She.hee que se vuelve por momentos desesperante), la angustia, la soledad, la infelicidad, la inseguridad y el constante inconformismo con nuestro ser, el director surcoreano, usa la estética sólo como una excusa para decirnos algo más, otra cosa más importante.
Después de ver la película, la moraleja se nos presenta con una cachetada contundente: la percepción acerca del significado de la belleza es absolutamente relativa, ¿Cómo puede una persona tan bella sentirse fea?
Un dato al margen: ante el parecido en las facciones del rostro de los personajes y la entreverada trama, es facil confundirse y perder el hilo a lo largo del filme, por lo que la atención es fundamental a la hora de verlo.


Publicada en http://www.sosperiodista.com/ el 07/08/07

Una de amor



Se puede partir de cualquier cosa. Quiero ver una película que me recomendaron, pero es sábado a la noche y alguien tuvo la osadía de ser más veloz que yo. Propones una oriental. Creo en vos. Siempre fui aficionada al cine oriental, pero no quería decírmelo a mi misma. La dicha tiene tu rostro. Me gustas.
Cuando Harry conoció a Sally.
Los ojos demasiado juntos. El pelo despeinado. Pantalones a rayas. Remeras oscuras. La noche nos encuentra en un bar. La noche es traviesa cuando se teje el azar. Estás solo al pie de una barra. Me enamoré al pie de una barra. Tomas de tu cerveza. Te miro. Me miras. En una mirada, caben mil sensaciones extrañas apretadas. Mirarnos nos sale bien. No hay disimulo. La música es tan solo un telón de fondo.
El amor (primera parte)
Regreso en busca del cine y de vos. Me preguntas si quiero seguir autorizando a la misma persona para que pueda alquilar películas a mi nombre. Decís un nombre de varón. Me sonrojo. No, te contesto.Te reís y en tu risa me sacudo los miedos. Me río sin mirarte. No hace falta explicar nada.
La vida es un milagro.
Los días se suceden. Despojada de mi dvd, sin videocasetera, me dedico a disfrutar mi affair con la pantalla grande. No puedo dejar de pensar en vos. No me sale inventarme una excusa para cruzarme en tu camino. Te busco detrás de la vitrina. Tu rostro está en todas mis películas. Tu risa en todas mis imágenes. Solo yo te miro.
Todo un invierno sin fuego.
Son las tres de la mañana. La noche ya no se presume interesante. El calor hace que mi ropa y yo seamos una sola cosa. La lluvia vendrá a llevarse todos los deseos incumplidos.
Camino por las veredas pobladas de cuerpos extasiados. En una esquina te encuentro. Vos con tu pantalón a rayas. Pero distinto. El azar toma las riendas de nuestros pasos. Me decís tres palabras. Te contesto cinco. Quisiera decir más ahora. Estaba desprevenida. Volvería el tiempo atrás. Detendría nuestros relojes en ese minuto para pegarme a tus brazos.
Llego a mi casa, estiro mis piernas en la cama. No puedo dormirme.
Un crisantemo estalla en cinco esquinas.
Es lunes. La calle está desierta y no hay un alma que llevarse a la boca. Cierro la puerta del lugar que guarda tus horas. Pongo mis manos sobre el mostrador sin decir nada. Te das vuelta. Ahí estás, ahí estoy. Tu boca se abre apenas. Practicas tu más tímida sonrisa. Se abre un silencio eterno entre tus ojos y los míos. Espero a que pidas mi número de teléfono. Hoy pienso llevarme una película de amor.
Volver.

Delirium tremens



Hoy a la mañana al levantarme me sentí diferente. Me paré frente al espejo y enseguida lo supe. Me había convertido en un jacarandá. Lo primero que hice fue alzar los que ya no eran mis brazos sino finas y delicadas ramas que buscaban elevarse y notar que en sus extremos, exactamente allí donde antes estaban mis manos, comenzaban a desplegarse florcitas celestes, tan finas como el papel de calcar. Como si hubieran estado atrapadas durante el sueño, esperando por salir con la salida del sol. Al abrir la ventana, una brisa se coló a través de ellas. Se inclinaron hacia los costados y se desprendieron de los pétalos viejos. Uno tras otro esas pequeñas sedas emprendieron una danza en el aire, formando el contorno de un dibujo sin forma. Se produjo un desparramo de rocío por todos lados. Se mojó toda la casa. Los gruesos tallos que antes eran mis piernas se aferraron valientes del suelo como un niño que toma la cuerda de su barrilete temeroso de que un soplo se lo lleve. El silencio originó un sonido desgarrador que aniquiló los que eran mis oídos e inmediatamente noté que por debajo de las que eran mis axilas, se desprendían pequeños gajos verdes como las plumas de un loro. Nacían y se multiplicaban en cada milímetro de espacio, por dentro de los huecos de los dedos, por debajo de la nuca, en lo ancho de mi cintura, ocupando mi ombligo. Un olor a tierra mojada capturó todos los olores de la ciudad y el cielo se tiñó con los colores de un arco iris. Fue entonces cuando acomodé los largos vástagos alrededor de la silla y me senté a tomar el café con leche.