28/3/08

Chicas mordidas



Ce me pide que la acompañe al show. Hace poco que conozco a Ce pero termino por darme cuenta que haría eso y mucho más por ver su cara de felicidad cuando Emmanuel pone sus pies sobre el escenario de Supersónico.
Ce baila y tararea las letras de las canciones, todas. Si yo fuera menos escéptica con respecto a la música disco posiblemente Mordisco sería uno de mis discos de cabecera. Si yo hubiera vivido alguna de las cosas que Ce vivió, también pondría a Emmanuel en mi mp3 todas las mañanas para escucharlo camino al trabajo.


Tengo la costumbre de dejarme tentar por la diversidad y curiosear más allá de mis preferencias cuando se trata de las tramas que subyacen bajo el inagotable mundo musical. Si tuviera que hacer un análisis sociológico barato de Supersónico, diría que las chicas bobas y frívolas que permanecen allí se entretienen motivadas por los ultimos gritos de la moda y que por eso todas son iguales y se cortan el flequillo a la misma altura del rostro. Hay chicas modernas por doquier.
Pero soy capaz de trascender eso, porque Ce está radiante y baila levantando los brazos, al tiempo que repite "animal", cada tres palabras que menciona.

Emmanuel canta Si no puedo estar con vos, me encantaría hacerlo con tu hermana, si tu hermana dice no, me encantaría seamos mucho más que dos.
Mis piernas se mueven al ritmo de un pop pegadizo y siento un deseo terrible de cerrar los ojos para corporeizar (te) a mi lado. Pero es más poderoso el miedo a que Emmanuel me vea entre la uniformidad de su público y descubra que soy una intrusa. Y desisto. El es lindo y su música es disfrutable de principio a fin, exceptuando los instantes en los que aborrezco los alaridos de esas nenas en celo, pidiendo canciones que él no quiere cantar.


Mi oído se habitúa a sus melodías irónicas y pegadizas. Admiro su sensualidad. Todo su cuerpo es sexy.

26/3/08

LA LEY DEL MAS FUERTE


Tal vez con esto vaya a caer en un lugar común. Tal vez el debate archiconocido acerca de los derechos y las libertades individuales, te haya saturado. A mi también. Pero hoy me urge la pregunta: - Mi derecho a la libertad, ¿termina donde empieza el derecho del otro?, ¿Cuál es el fino trazo, la delicada línea que divide a uno del otro?. Vale destacar que esta es una de las ideas propias del liberalismo como filosofía política. Es sobretodo, la afirmación de la individualidad por encima de la solidaridad y de la acción conjunta. Me refiero a que según esta premisa, el yo es más importante que el nosotros. Siendo más clara y dejando de lado la elegancia en la terminología, lo expondré de la siguiente manera: para que mi libertad pueda expandirse, tengo que tomar el espacio donde se manifiesta la tuya. Para que yo pueda protestar y ejercer mi derecho al reclamo, tengo que hacer desaparecer el bien común, no me interesa negociar, ni llegar a un acuerdo con vos, porque sencillamente mi derecho ahora es más importante que el tuyo. Por eso, actuaré como si viviera en una isla en la cual no convivo con nadie. Lo dicho anteriormente, fuera de contexto corre el riesgo de situarse al borde de la exageración, no así si se tiene en cuenta lo que acabo de vivir.
Escribo este alegato luego de pasar 17 horas arriba de un colectivo tratando de llegar a un destino que se volvió inalcanzable. Tenía un boleto donde decía que a las 8.30 de la mañana estaría en la terminal de Córdoba. De allí me dirigiría a mi trabajo, con los minutos contados. Sin embargo, el paro agrario hizo que mi transporte, junto con muchos más, se detuviera en la ruta a las 3 de la madrugada a esperar un mínimo de consideración por parte de un grupo de hombres que tenían en sus manos nuestra suerte. Cuando el colectivo quiso desviarse por un camino de tierra, como contrapartida recibimos piedrazos en las ventanillas y la amenaza de que si volvíamos a la ruta, nos iban a matar a palos. Nos dirgimos a la terminal de un pueblo pequeño llamado General Villegas (del cual no guardaré buenos recuerdos) y allí debatimos posibles soluciones. Las horas pasaban y la incertidumbre crecía. Muchos teníamos obligaciones que cumplir en Córdoba. Estábamos varados. Cada tanto, recibíamos partes de otros omnibus que intentaban pasar, ellos nos advirtieron que el paso para volver a Bahía Blanca también estaba interferido por cosechadoras, 4x4 (debo admitir que eran demasiadas) y otras maquinarias agrícolas. La solidaridad se instaló entre los pasajeros. Conseguimos agua caliente para una mamá joven que tenía que alimentar a su pequeña. Intercambiamos galletitas, cigarrillos, abrigos y agua. Fue entonces cuando me acordé del cuento de Cortázar "La autopista del sur". Aclaro, lo relatado aquí se sitúa al margen del reclamo en cuestión del cual me abstengo de opinar. Solo diré que el campo está pugnando por una reforma agraria desde hace mucho tiempo y era hora de que se dieran cuenta lo postergado que se encuentra el sector en la agenda política. Claro que sería bueno que la desición política que se tome, favorezca a los pequeños y medianos productores y no a aquellos que componen la "oligarquía".

Pero volviendo al tema... en este caso, el fin, ¿justifica los medios?. Si la respuesta a este interrogante es afirmativa, entonces deberíamos reflexionar acerca de que tipo de sociedad queremos tener.

19/3/08

MI CHISTE PREFERIDO


Se llama Juan Matías Loiseau, pero es más conocido como "Tute". Nació el 21 de mayo de 1974 en Buenos Aires, Argentina. Estudió un poco de diseño gráfico, un poco de humorismo y un poco de cine.

Desde 1999 publica un cuadro de humor en el diario La Nación y una página en su revista dominical.
Sus dibujos también se publican en medios de México, Colombia, Nicaragua, Ecuador, Honduras, Puerto Rico, Panamá, Estados Unidos y Francia.
Publicó los libros de humor Tute y Tute de bolsillo. Y los libros de poemas: El destino, esa sombra y El libro de la noche.
En el terreno del cine realizó dos cortometrajes: El Ángel de Dorotea y Abismos.
Su particular modo de mostrar la vida, tan espantosamente tierno, es una de las cosas que más me atraen de sus cuadritos...

Date una vuelta por acá, no te vas a arrepentir...
http://www.tutelandia.com.ar



18/3/08

Como un cuento



Parque Sarmiento
Sábado 15, 17 hs

Nuestros hombros desafían a un sol impiadoso
El aire masajea los huecos de los pulmones
Una cita al desenfreno
Un habitat tan conocido como la palma de mi mano
La aplanadora arremete contra los oídos,
los endulza con violencia.
Pedirle clemencia, sería un atropello.
Oirlos todavía puede dejarnos boquiabiertos.
Hay más de cien brazos agitandose,
los tuyos no me rodean.
Perdí la cuenta de los recitales
en los que te ví destrozar tus estructuras,
en este me niego a buscarte.
Todas las caras de la gente que quiero
me miran de reojo,
te ven en mi gesto cuando canto.
La guitarra de Mollo chillando entre sus dientes,
es la certeza de que existe la buena música.
En la lista de las cosas que quiero llevarme al cielo
este momento quizás ocupara algún lugar.
El sol se extravía imperceptible a lo alto,
no me olvidé de cantarle ni una sola canción.

13/3/08

¿RESISTENCIA AL CAMBIO?



Tengo confundidos los tiempos del verbo estar. El aquí y ahora es un ayer sugestivo. El futuro una fantasma que me amordaza por las noches. Los soles cada vez más vacilantes. Este aire que se cuela por mi ventana y me deja sin aliento, ¿es de ayer o de hoy?. Estas huellas que la tierra pellizca en mis talones, ¿no dejan traslucir huellas de ayer?. ¿Qué sentido tiene el futuro visto con el lente empañado de una niña despavorida?. Desaparecen los mapas mientras voy haciendo míos los caminos, me encuentro suspendida en el aire. Nada más que dejarme elevar. Tan solo unos milímetros. Doy saltos al voleo, me extravío observando las marquesinas, giro el sentido, retrocedo, las caras me confunden, doblo hacia los lados, siempre termino encontrandote. Flashback. Flashfoward. Volveré a empezar. La existencia es una sucesión de azares para topar al fin con algo que me reconforte. ¿Dónde pretendo arribar?. El mañana y el hoy se interpelan. Si tan solo el ayer alguna vez dejara de ser hoy. Las certezas me confunden. La seguridad me encandila. La rutina me asfixia. Quiero dejarme atropellar por los olores inciertos. Escupir las secuelas que dejó a su paso el amor. Girar con los remolinos de otro viento. Dejarme envolver por el devenir de las olas. Estar toda revuelta y mojada. Despegarme los temores. Muerdo la naranja que acabo de empezar ayer. La mordida hace que la naranja se vea preciosa, redonda e intacta. Transitar es pasar. Mi mente está aquí y allá. Me vislumbro próxima a una dimensión ignorada. No tengo anclas. No tengo raíces. Solo mis pies y mis ansias. Todos mis planes se renuevan a cada instante. Pronto es una palabra que aturde. Escuchar mi voz me deja sorda. No proyecto aquí, tampoco allá. Algunas preguntas no me dejan respirar.
¿Acaso espero que alguien me pida que me quede?. ¿Es el miedo tan poderoso?. ¿Qué hará el noventa por ciento de mi vida sin mi?. ¿Qué es lo que me espera bajo esas otras lunas?. ¿Podré dejar esta ciudad sin sentir que le debo algo?. ¿Tendré el valor de irme sin mirar lo que dejé?. ¿Podré subirme a ese colectivo sin dejar de llorar como una regadera?. ¿Estoy cerca de mi objetivo?. ¿Cuál es ese objetivo?. ¿Es este el momento indicado?. ¿Qué haré cuando necesite tu abrazo y no estés para darmelo?. ¿Seis años son determinantes?. ¿Diez años es todo?. ¿Existe algo que pueda ser llamado “irrenunciable”?. ¿Existe algun juez más severo que mi propia razón?.
La incertidumbre se instala cómodamente en los novecientos kilómetros que separan a un presente de un futuro.
Cuando la marea está brava, solo hay que fluir...


11/3/08

FUMATE UNA HOJA


Cerca de un millón y medio de argentinos consume Cannabis

Ayer, el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, disertó en la 51º Sesión Extraordinaria sobre Consumo de Drogas y Narcotráfico organizada por la ONU en Viena, y fijó la nueva posición del gobierno que buscará dejar de "criminalizar al consumidor", con la consiguiente adecuación de la legislación penal, que, actualmente, castiga la tenencia para consumo.


9/3/08

Un hombre de palabra cruza el océano


Ahora que tengo que tomar esta decisión. Ahora que tengo que ahunar fuerzas para dejar el noventa por ciento de mi vida en esta ciudad y mudarme a un territorio ignorado, pienso que todo es relativo. Pienso en lo desgarrante que debe haber sido para mi bisabuela meter a sus niños en un barco cuando todavía no habían cumplido dieciocho años y mandarlos a la Argentina en busca de un porvenir mejor.


Lorenzo Martínez nació en un pueblo llamado “Palacio del Sil”, situado en la provincia de León, España, el 10 de febrero de 1898, dos días antes, ochenta y dos años antes de que naciera yo. Su padre, era agricultor en una modesta finca, cercana al río Sil. En esa misma parcela habían nacido su abuelo, su bisabuelo y su tartarabuelo. Su madre, ayudaba a su marido en labores y cuidaba a sus siete hijos, Lorenzo era el mayor.
Era el año 1909 y “conseguir el pan de cada día” para ellos, en sentido literal, significaba un esfuerzo que apenas me animo a imaginar. América paso a ser “la tierra prometida”, todo el imaginario se dirigió allí. Un día, Regina y Domingo embarcaron a mi abuelo Lorenzo con solo 11 años, junto a un conocido que lo acompañó en calidad de tutor.
¿Cómo habrá sido el día en que mis bisabuelos tomaron semejante desición?. ¿Cómo se expresaba el dolor en aquellos tiempos?. ¿Cuántos días pasó mi abuelo sobre el mar, navegando?¿Qué pensamientos rondaban por la cabecita de un niño que ignoraba estar alejandose para siempre de quienes lo habían traído al mundo? ¿Cuántas lagrimas derramaron mis bisabuelos al ver partir ese barco?.
Al llegar, Lorenzo se instaló en Erize, un pueblo cerca de Buenos Aires, con sus tíos. De ellos aprendió a trabajar de sol a sombra en el campo. Juntó el dinero para pagar el pasaje que le había permitido viajar y se lo mandó a sus padres. 25 años después dijo:-Quiero volver a España. Y volvió. Pero en España estaban en medio de la Guerra Civil y como él no había hecho el servicio militar, era considerado un “desertor” y lo buscaban. Según cuentan, a menudo mi abuelo adoptaba actitudes desafiantes con estos hombres, y se atrevía a estar a centímetros de ellos en bailes o lugares publicos. Lo cierto es que la alegría del reencuentro les duró poco. Mi abuelo se escondió seis meses y se cansó. –No vuelvo nunca más a este país, dijo tajante. Cruzó con documentos falsos y los quemó al llegar a Buenos Aires. Esta vez, viajó acompañado de dos de sus hermanos. Lorenzo era una persona de pocas palabras. Todo lo que prometía, lo cumplía. A los 30 años conoció a mi abuela Petrona Sanchez. Se casaron cuando ella tenía 18 años, un hermano tuvo que firmar la libreta porque ella no sabía como hacerlo. Tuvieron 12 hijos, 2 de ellos murieron apenas nacieron, de los otros 10, mi madre es la más pequeña. Cuando ella nació dijo: -Cuando Dorita tenga 20 años, puedo morirme tranquilo. Trabajó la tierra durante años. Un día apareció una mujer, argumentó que era la dueña y quiso quitárselas, el argumentó: - La tierra es de los que la trabajan. Pero ante la violenta insistencia de la mujer, mi abuelo se guardó el orgullo y juntó peso por peso para comprarle la propiedad. Cuando tuvo todo el dinero fue a verla; pero ella no quiso vendersela. Tiempo después lo desalojaron. El 19 de mayo de 1970, a los 72 años, ya tenía el pelo muy blanco y usaba bastón. Había puesto una despensa en un pueblo llamado Darregueira y tranquilamente esperó, cuando mi madre tuvo los 20, sus ojos tan celestes como el océano que un día cruzó para no volver, se cerraron para siempre.

3/3/08

NUBES TRANSFORMADAS



El tiempo
13 p.m.

Almafuerte. Bautista nos recibe con su piyamas de Power Ranger. Está sentado en el piso jugando con sus tres cochecitos nuevos. Apenas nos acercamos a besarlo, los hace andar orgulloso. R le pregunta cuándo es su cumpleaños y el responde: -El año pasado. Evidentemente todavía no tiene una noción clara del paso los años. Sin embargo él en algún punto sabe que su agasajo no es más que una excusa para que los que lo rodeamos nos metamos en puntas de pies dentro de un tiempo que alguna vez fue nuestro. Hace fuerza para que su meñique no se levante y dice: “Cumplo cuadro”. Las erre no son su fuerte.
En el Winco, Serrat dice que nació en el Mediterráneo. La casa de R es gigante. Los espacios hablan de la gente que los habita y si esa galería superpoblada de verdes tuviera que decir algo de los seres de esta familia, diría que viven en una armonía absoluta. El aire es abundante, las sensaciones no dejan de fluir. La cocina es tan luminosa como la sonrisa de la mamá de R. El patio, un territorio perfecto donde dejar descansar la mirada. Ahora entiendo por qué la gata de M se llama Libertad.

Los preparativos

Se está gestando una fiesta, y uno no puede dejar de sentirse parte. La alegría es contagiosa. Crear es la consigna. Piñatas, globos, carteles, letras, papel picado, cornetas.
Decoramos la torta con obleas y confites. Diseñamos La busqueda del tesoro. Somos niñas en busca de una infancia que nos interpela a gritos.

17 p.m.
El castillo está inflado. Es la primera vez que me zambullo en uno. Cuando yo era chica, los unicos castillos deslumbrantes eran los que podía ver los cuentos. Salto con piernas que no son mías y caigo. Salto y vuelvo a caer. Las caídas cuando somos niños no duelen.

21 p.m.
El patio ya es un campo de batalla que ha sido avasallado por piecitos descalzos.
Bautista ya tiene su camisa que no es más blanca por fuera de las bermudas. Está parado frente a una torta de abundantes confites multicolores. Su expresión es la de un niño que piensa. Los flashes rebotan contra su piel blanca. Los niños meten todos sus dedos dentro de la torta. Alguien le había enseñado las palabras que debía repetir cada vez que recibía un regalo y Bautista trata de poner en práctica lo aprendido. Recibe el regalo pero cuando quiere decir gracias, sus amigos que ya se quitaron el paquete de las manos como si fuera tierra que molesta. Para ellos dar y recibir no tiene que ver con una ceremonia.

21.30 p.m.
Le pongo la nariz de payaso a Bautista. Le ocupa el cincuenta por ciento de la cara. La nariz tiene luz. Su euforia es tan desbordante que casi no deja que le coloque el cuello a lunares. Toma su carrito con acoplado tapado de bolsas con sorpresas y sale al patio. Se detiene con su carro y espera. Sus amigos todavía no lo han visto. El sabe que no pasará mucho tiempo antes de que lo atropellen, pero espera.

22 p.m.
R hace malabares con sus clavas de fuego. Los niños son espectadores en cuclillas sobre el cesped. A Baustista no parece importarle demasiado lo que ve. Que ya haya presenciado alguna vez la función de su tia no es la razón, ser payaso es una tarea que lo tiene demasiado ocupado.
Cada juguete regalado es un desafío distinto. Un rato con uno y enseguida a descubrir que tiene el otro para ofrecerle. Las te también son un problema para Bautista. Cada vez que quiere presentar a su amigo Batman en sociedad, me pregunta: -¿Cómo era que se llamaba mi muñeco?.

El principio
El día que conocí a Bautista, a M se había ocurrido decirle que un pequeño duende había escapado de un cuento para habitar en la cocina. Entonces, cada vez que el se distraía, alguna de nosotras hacía ruido con algún objeto que tuviera a mano. El dejaba quieta su boca en una expresión de asombro, corría desesperado y se agachaba con su cuerpito para mirar adentro de la mesada. Al principio lo llamaba tímidamente, pero pasados los minutos, ante la euforia de nosotras que lo incitábamos y al ver que el duende no salía, uso un tono convincente y desplegando su probada estrategia, le dijo: -Vení duendecito, ¡vamos a jugar!, ¿es que no querés ser mi amigo?. Había que verle la carita cuando R. le dijo que bajo la mesada no se escondía ningún duende, que era una mentirita piadosa de M. Su expresión de decepción no se me borrará jamás de los ojos mientras respire.

Un mundo mejor
Cuando se ríe con esa risa escandalosa, vuelan a pedazos todas nuestras flaquezas, todos nos volvemos seres generosos dispuestos a traerle un pedazo de mar lleno de caracoles si el así lo desea, y meternos adentro a chapotear aunque sea pleno julio y el agua nos congele las rodillas. Cuando se comunica con esos alaridos tremendos, le proponemos jugar a que hablamos con mímicas, pero el no tarda dos segundos y se guarda en el jardinero su orgullo para decir “Perdí”, solo para volver a cotorrear. A Bautista el éxito no es algo que le preocupe, ganar o perder, es una cuestión poco transcendental.

Copos traviesos
Cada vez que nos sentamos en la vereda, mira al cielo y me muestra “copos de nieve”. Encuentra las formas de sus personajes favoritos: -¡Allá está el hombre araña, allá Power Ranger!. -¡Mirá, otra nube transformada!, dice mirando hacia el arriba más alto de todos los arribas.
La tarde volvió del jardín con cara de pucheros. Su mamá lo había retado con severidad porque le había mordido la oreja a un compañerito en el jardín. Apenas lo ví, no supe hacer otra cosa que enamorarme de el. Jugamos un poquito con su títere de pajaritos. Pero estaba caprichoso. Hizo muchos berrinches. Dejó todos los fideos verdes en el plato y R se enojó con un enojo que le dolía en los huesos. Ahí comprendí que R es mi amiga porque tiene acceso a un caudal de amor extraordinario que yo desconocía. Ahí supe que R iba a sufrir cada vez que un amigo o una chica le digan que no a Bautista. Ahí entendí, además, por que yo nunca me iba a atrever a medir la dimensión del amor que R siente por E a pesar de todos los pesares. Porque sencillamente nadie puede amar de la forma tan pura y definitiva que ama ella. Me llevó un viaje de una hora y media lejos de Córdoba, darme cuenta de eso. Un sábado a la tarde. Una nariz de payaso. Una casa luminosa.