Justo cuando el axolote empezaba a fluir en el agua con la certeza con que una ola se entrega a su innegable destino el mar, un parpadeo que ciertamente pueden ser cuatro vocablos, te deposita en la nada y un halo de frío se te mete entre los pechos y no encontrás otra manera que poner esa cara de garganta apretada para que todos se enteren de que la vida te acaba de dar un vuelco, otro vuelco. Y ahora, al tiempo que lo tipeas y lo describís, todavía no sos capaz de comprender que del todo a la nada medie esa distancia angostita, siquiera perceptible, acaso diminuta como un dedal y que uno pueda tomar la idea de este despojo esforzándose para crecer para arriba contra la determinación de un cielo que te aplasta el aura con la fuerza de un volcán. Y no, no crees ser lo medianamente fuerte para tolerar los sacudones de un mundo no apto para vulnerables, sin desarmarte en fetas. Pero arrojarte a la locura no se te pianta. Tampoco detenerte en el gesto de la tristeza eterna. Es tiempo de que lo aceptes: el mundo es un lugar muy cruel, ya le lo he dicho. Estar vivo probablemente signifique más bien y muchos más domingos esta imagen de tus ojos arrojándose al llanto, estas ganas de querer volar lejos y cristalizarse por qué no en la composición eterea de esa lágrima cuadrada abarcando tu pómulo, tomar la contextura de esta palabra y de repente no albergar ni una sola sensación, decir pido gancho, rogarle al destino una tregua, dormirte para despertar teniendo diez años y estar jugando a la casita como lo hacen tus vecinos niños en tu mismo patio, cachetear abruptamente a la tristeza como si estuvieras tratando con un pedazo de carne, no ser ni por casualidad este pedazo de plastilina que se estruja con los manoseos de los poderosos mortales, que la desesperación sirva a los fines de un arnés, sosteniéndote en el aire para encaminarte por toda la extensión del cielo y que el mundo, por una jodida vez, contra toda lógica, contra toda experiencia y contra toda la historia, se ponga a batallar del lado de los que sufren como vos porque encuentran que esa es la más simple manera de rebelarse contra la malicia de la desesperanza.
5 comentarios:
cuanta malicia en la desesperanza!
Es muy cierto lo que decís. Y es muy bello el "cómo" lo decís.
un abrazo y felicitaciones por éste escrito.
Me encantó!
Hola nenaaaa!!! Si alguna vez descubrís la fórmula para pactar una tregua con el destino avisame urgente cual es.
Saludos desde (todavia) Alemania, brindo con una cerveza... salud!!!
Amiga no hay palabras para cometarte a veces... me dejas siemrpe con ese gustito a más.. un beso grande.
cuando parece que no hay más puertas siempre entra un poquito de luz por alguna endija, un huequito escaso pero esperanzador, le mando un abrazo transrioplatense.
Euge nena: yo creo que la vida es una suma de instantes, tristes y alegres, y que si uno hace un balance y se da con que los momentos alegres han sido mayores en numero, entonces puede sentirse afortunado. Pero siempre, hay momento de tristeza, que nos recuerdan que estamos vivos tambien, el tema esta en no ensimismarse en nuestra tristeza.
Un beso enorme mi niña, y que bien te sienta la big city, estas escribiendo como los dioses!!!
Te felicito
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