10/12/08

Música: Una bomba siempre a punto de estallar





Apenas llegué a Buenos Aires, me cruzaba con personas que me iban dictando los sitios a los que tenÍa que visitar y los paseos que obligadamente debía hacer en la gran ciudad, una especie de itinerario turístico que iba de lunes a domingo.-Los lunes, me habían dicho, tenés que ir al Konex a ver La Bomba de Tiempo. Son unos tipos que hacen percusión.
Pongo en práctica la costumbre de investigar al objeto antes de abordarlo, ¿actitud cuasi periodística-antropológica?. Hacer previamente un estudio del objeto que permita acceder al campo con algún tipo de noción o idea predeterminada solo para después darte cuenta que el “estar ahí” lleva a que la teoría adquiera una carácter harto diferente reformulándolo todo.
Leí que La Bomba de Tiempo empezó con esta propuesta de percusión a través de ensayos todos los lunes y luego se abrió al público a medida que el boca a boca empezó a llenar “la cancha” (como le dicen ellos) de gente y de a poco esas creaciones se fueron transformando en shows.
Santiago Vázquez, el director del espectáculo, lo explica así: “Yo, como público estaba deseando poder ir a bailar con música de percusión, como sucede en otros países…Pero generamos, además un espacio de encuentro social. Así como improvisamos escuchándonos a nosotros como músicos, también lo hacemos con el público. No solo con los oídos, también con el corazón y el cuerpo. Y con los ojos, ya que ver lo que le pasa a la gente en una situación y en otra es parte del juego. Hay muchos grupos interesantes de percusión, y muy buenos, pero la mayoría de ellos hacen recreaciones de cosas que pasan en otros lugares. Faltaba un grupo de percusión que genere algo nuevo, bueno o malo pero diferente. El lenguaje de La Bomba está definido. Aunque sea improvisación, no tocamos cualquier cosa. Es necesario que quienes integran el equipo tengan una formación conceptual, que puedan tocar un tambor pero también pensar racionalmente la música, analizarla, desglosarla, darla vuelta y aun así estar gozando y bailando, algo bastante exigente”. (Pag 16. Experiencia Konex, 04. Sep-Oct-Nov ‘08).
Leí también que la idea de trabajar con grupos de improvisación dirigidos por señas provino de Lawrence “Butch” Morris, un director estadounidense que propugna un estilo similar al Free Jazz que no es música de percusión ni bailable.

Leí que La Bomba de Tiempo usa un sistema de aproximadamente 70 señas realizadas con varias partes del cuerpo, con las que el director coordina toda su improvisación indicandole a los músicos los cambios de compás o subdivisión, figuras musicales, dinámicas, ideas de forma, repeticiones, modulaciones rítmicas, etc. Lo que intenta el director es darle los puntos de partida para que ellos mismos hagan nuevos aportes. Cada pieza es como una comida donde cada uno agrega los ingredientes que más le apetecen. Un menú que nunca saldrá de igual forma.

Estoy próxima a degustar el menú, rodeada de hombres y mujeres de todos los colores y nacionalidades, la mayoría de un promedio de menos de treinta y cinco. Hay una cola de una cuadra para entrar. Corren las cervezas, abundan las rastas y los volanteros de fiestas regaee. El sol quema todo lo que perdura sobre la tierra. Me siento en el piso para presenciar el ensayo. Son dieciséis, cada uno con un instrumento distinto. Se van rotando para dirigir. Algunos se mueven histriónicamente, otros apenas esbozan dibujos sutiles con los brazos y las manos. Se divierten, yo también. Podrían pasar treinta y cinco horas y yo seguiría ahí, tratando de entender algo que no tiene lógica, que es puro impulso y ritmo. El ritmo, esa cosa natural a la que no le damos trascendencia pero que nos acompaña desde que nacemos con las primeras notas graves que oímos dentro del vientre de la madre. El ritmo es la base de cualquier experiencia musical y como la música, está presente en todas las acciones que hacemos. Solo tenemos que estar atentos para oírlo. El ritmo de tu heladera, tus pasos cuando caminas, el paraguas cuando lo abrís, los dedos sobre el teclado de tu computadora, tu respiración.

Se monta el dispositivo

Son las ocho, el ensayo terminó. Las descomunales y naranjas escalinatas de la Ciudad Cultural Konex se preparan para recibirlos a ellos, que entrarán vestidos con remeras rojas. Un gran número de equipos va a hacer estallar un predio donde a esta altura, una aguja de tejer estorbaría. Hace demasiado calor. Pero hay mucha cerveza. Las tres francesas que están a mi lado están felices de estar en Buenos Aires, dicen que se van en un mes y es la tercera vez que vienen a ver La Bomba. Es muy bueno, acotan con un vaso de esa bebida espirituosa en la mano.
Abundan los alemanes, yanquis, mexicanos y españoles. Me dan ganas de preguntarles si esto es mejor que una fiesta europea. Me quedo con la certeza de saber que es mejor que la mejor fiesta rave de Buenos Aires.
Adelante, los osados saltan y agitan los esqueletos caprichosamente. Predominio de emociones. Es la conocida reacción del organismo que se convierte en un bombeador de adrenalina. El ritmo cardíaco se acelera, la visión se agudiza y se desvía sangre a los músculos.
En términos psicológicos se explicaría como un exceso de líbido que se manifiesta a través del ello.
Los más tímidos se quedan atrás. No hay uno que se quede quieto. ¿Qué clase de ser humano puede mostrarse indiferente al compás de los tambores. El movimiento es un viento arrebatado que arrastra a su antojo a una marea humana de corazones y cuerpos, transportándolos por infinitos estados. La relajación y la tensión se suceden impasiblemente como mecanismos que provienen de un mismo motor. De pronto un teclado hace chirriar los dientes. Hay un aplauso. El director dice algo que no importa que es. Los tambores explotan. Y entonces el resurgir de un impulso vuelve a llevar al cuerpo al extasis. Transportaciones. Milagros que solo la música tiene el don de generar. Si esto no es fluir, entonces ¿qué es?. ¿Hay una forma singular de expresar el cuerpo cuando es invitado a tomar vida al ritmo de los tambores?. Si la hay. Todos los lunes en el Konex un montón de personas te lo van a confirmar.

3 comentarios:

María Gabriela Costigliolo dijo...

que lastima amiga quee stoy recontra lejos para ir.. pero si voy a bs as y me quedo hasta un lunes , pasaria con gusto!!! UN beso

fulano/martínvillarroel dijo...

hay miles de palabras que exlpican muy bien eso que generan los tambores, pero todas quedan chiquititas al lado de los latidos del pecho, cuando saltan al ritmo de los parches... un abrazo che.

Anónimo dijo...

Euge!!!! me anoto para mi próxima visita a Buenos Aires. Espero que no pidan el documento!!!! Muchas sensaciones despierta este post. Beso. La Mummy