Mi adorado Peter Punk:
En respuesta a su esquela escribo estas líneas para usted. No me es viable prometer relatos edulcorantes ni grandes dosis de poesía. No esta noche. Pero he aprendido que esta es única forma en que la que la distancia que media entre usted y yo desaparece. Absurda paradoja en el Mundo de Siempre es lo Mismo. En este sitio adonde poso mis delirios, nadie acusa recibo ante el correo (postal).
Permítame contarle niño travieso, que la tristeza de este sábado es tan honda que a lo ancho y a lo largo todo lo atraviesa asfixiándome. No hay ni un fragmento miserable de razón ni de conciencia. Me encuentro en esa zona misteriosa que algunos llaman inconsciente. No sé si soy yo quien escribe o es el lápiz el que me ha tomado a mi de un arrebato. Si estoy soñando o estoy despierta. Pero si visualizo que desde este estado, crear se vuelve la más auténtica opción. Claro que hay que soportar la luminosidad cegadora de la piel a la intemperie, las pestañas acuosas, la laringe anudada, los pelos deshilachados, las costillas amildonadas, la fricción de mis ganas, el chillido de mi respiración, los mocos. La clase de falta de control de la que conocemos, nos vulnerabiliza hasta incendiarnos.
En este Mundo, los timones de los barcos están absolutamente desorientados, no saben si mirar al norte o al sur y lo que es grave, les preocupa. Los observo buscar más allá del horizonte, no hay línea divisoria, monte y cielo. Ni una sola figura. Las nubes no se distinguen unas de otras. El color del cielo, todas las veces igual. No hay variaciones en el clima, siempre temperatura inestable, precipitaciones escasas y humedad a granel. Acá a la gente le gusta hablar del tiempo y del dinero. Dicen cosas como objetivos, certezas, conceptos y se rascan la cabeza. Hay hambruna de palabras si vieras. Ninguna es despampanante. Las más, carecen de sonoridad.
El otro día una señora en la cola de un supermercado gritaba que se quería morir con dos paltas en la mano. Decía que sufría. La abracé y lloramos durante horas.
¡Cómo no van a sufrir la inexistencia del sinsentido!. Esta mañana se me ocurrió salir a la calle con la cara pintada de amarillo caminando en zigzag hacia atrás. Miraba las caras desangradas. Pobres miserables, pensaba, andan como si no supieran que van a morirse. Extraño las hadas y los duendes del Mundo del Siempre Jamás. Acá nadie cree en eso. Fruncen la nariz cuando les preguntas por los cuentos. Es bueno que usted tenga suficientes recuerdos de los míos. Si pudiera alfombrar sus paredes con ellos, estaría protegido para siempre y el aura de su niñez lo acompañaría en sus travesuras mi querido Peter Punk. Nadie con los pies pequeños como yo puede salirse así como así del Mundo del Nunca Jamás. Es un consuelo del que me aferro en noches lánguidas como esta. Es aburrido madurar como si fuéramos naranjas. Al menos si lo fuéramos… Tener que vestirse con este tipo de ropa, respirar como si fuera lógico respirar, huir despavoridamente al ver una cucaracha, no salir sin paraguas y decir qué mal está el país cada vez que no hay nada para decir. No se dan cuenta que la respuesta de todo está en el lenguaje.
No quisiera que usted deje su mundo de vuelos mágicos para envejecer a mi lado Peter Punk, semejante sacrificio me provocan las ganas de suicidarme. Entiendo que descubrir que ciertas campanitas no son hadas, le ha significado grandes caídas. Pero créame que el estúpido síndrome de la soledad del que me habla, no hay quien pueda eludirlo y menos aún en noches de recaídas como ésta. Era más divertido cuando no sabíamos nunca adonde ir con nuestras botitas de cordones desatados, errando siempre, salteándonos baldosas desabridas.
Créame que desde que vivo en este Mundo de Siempre es lo Mismo, el miedo se ha vuelto una gigante carga sobre el lomo que en muchos momentos no consigo sobrellevar. Ya no gozo tanto como quiero y nisiquiera cuando quiero me quiebro.
El tiempo que llevo aquí aprendí en cambio que el corazón será un castillo inflable eternamente. Que la más bonita impresión del suceder del tiempo es y será la música. Que cuando pongo mis manos a jugar en el territorio de lo concreto, suelo destrozar todo lo que toco. Que me desconcierta el exceso de materialidad con el que viven los habitantes de este Mundo. Que las risas son piedrecitas tan precarias, pero que reírse sigue siendo mi reflejo más inmediato. Que acá el que se esconde es el que se embroma y que pedir gancho no está en las reglas de los juegos de los grandes. Que los puentes nunca son los de Avignon y atravesarlos suponen auspicios a sensaciones oscuras. Que siempre se puede estar más vacío. Que voy a seguir añorando los brazos de quien más me abrazó, a través del devenir de los soles.
Solo espero que en el refugio de niños perdidos que usted ocupa, haya una almohada dispuesta para mi, así podremos jugar con las casualidades, tal como supimos hacerlo usted y yo un solo domingo. Tómelo como una advertencia. Arrojarse a través de mi ventana al Mundo de Siempre es lo Mismo puede ser morirse de aburrimiento y créame, esa no es una buena manera de morir y menos un sábado a la noche…
Desde los confines de mis eternos jardines refulgentes, fantásticos y maravillantes…
Su pequeña Wendy…
En respuesta a su esquela escribo estas líneas para usted. No me es viable prometer relatos edulcorantes ni grandes dosis de poesía. No esta noche. Pero he aprendido que esta es única forma en que la que la distancia que media entre usted y yo desaparece. Absurda paradoja en el Mundo de Siempre es lo Mismo. En este sitio adonde poso mis delirios, nadie acusa recibo ante el correo (postal).
Permítame contarle niño travieso, que la tristeza de este sábado es tan honda que a lo ancho y a lo largo todo lo atraviesa asfixiándome. No hay ni un fragmento miserable de razón ni de conciencia. Me encuentro en esa zona misteriosa que algunos llaman inconsciente. No sé si soy yo quien escribe o es el lápiz el que me ha tomado a mi de un arrebato. Si estoy soñando o estoy despierta. Pero si visualizo que desde este estado, crear se vuelve la más auténtica opción. Claro que hay que soportar la luminosidad cegadora de la piel a la intemperie, las pestañas acuosas, la laringe anudada, los pelos deshilachados, las costillas amildonadas, la fricción de mis ganas, el chillido de mi respiración, los mocos. La clase de falta de control de la que conocemos, nos vulnerabiliza hasta incendiarnos.
En este Mundo, los timones de los barcos están absolutamente desorientados, no saben si mirar al norte o al sur y lo que es grave, les preocupa. Los observo buscar más allá del horizonte, no hay línea divisoria, monte y cielo. Ni una sola figura. Las nubes no se distinguen unas de otras. El color del cielo, todas las veces igual. No hay variaciones en el clima, siempre temperatura inestable, precipitaciones escasas y humedad a granel. Acá a la gente le gusta hablar del tiempo y del dinero. Dicen cosas como objetivos, certezas, conceptos y se rascan la cabeza. Hay hambruna de palabras si vieras. Ninguna es despampanante. Las más, carecen de sonoridad.
El otro día una señora en la cola de un supermercado gritaba que se quería morir con dos paltas en la mano. Decía que sufría. La abracé y lloramos durante horas.
¡Cómo no van a sufrir la inexistencia del sinsentido!. Esta mañana se me ocurrió salir a la calle con la cara pintada de amarillo caminando en zigzag hacia atrás. Miraba las caras desangradas. Pobres miserables, pensaba, andan como si no supieran que van a morirse. Extraño las hadas y los duendes del Mundo del Siempre Jamás. Acá nadie cree en eso. Fruncen la nariz cuando les preguntas por los cuentos. Es bueno que usted tenga suficientes recuerdos de los míos. Si pudiera alfombrar sus paredes con ellos, estaría protegido para siempre y el aura de su niñez lo acompañaría en sus travesuras mi querido Peter Punk. Nadie con los pies pequeños como yo puede salirse así como así del Mundo del Nunca Jamás. Es un consuelo del que me aferro en noches lánguidas como esta. Es aburrido madurar como si fuéramos naranjas. Al menos si lo fuéramos… Tener que vestirse con este tipo de ropa, respirar como si fuera lógico respirar, huir despavoridamente al ver una cucaracha, no salir sin paraguas y decir qué mal está el país cada vez que no hay nada para decir. No se dan cuenta que la respuesta de todo está en el lenguaje.
No quisiera que usted deje su mundo de vuelos mágicos para envejecer a mi lado Peter Punk, semejante sacrificio me provocan las ganas de suicidarme. Entiendo que descubrir que ciertas campanitas no son hadas, le ha significado grandes caídas. Pero créame que el estúpido síndrome de la soledad del que me habla, no hay quien pueda eludirlo y menos aún en noches de recaídas como ésta. Era más divertido cuando no sabíamos nunca adonde ir con nuestras botitas de cordones desatados, errando siempre, salteándonos baldosas desabridas.
Créame que desde que vivo en este Mundo de Siempre es lo Mismo, el miedo se ha vuelto una gigante carga sobre el lomo que en muchos momentos no consigo sobrellevar. Ya no gozo tanto como quiero y nisiquiera cuando quiero me quiebro.
El tiempo que llevo aquí aprendí en cambio que el corazón será un castillo inflable eternamente. Que la más bonita impresión del suceder del tiempo es y será la música. Que cuando pongo mis manos a jugar en el territorio de lo concreto, suelo destrozar todo lo que toco. Que me desconcierta el exceso de materialidad con el que viven los habitantes de este Mundo. Que las risas son piedrecitas tan precarias, pero que reírse sigue siendo mi reflejo más inmediato. Que acá el que se esconde es el que se embroma y que pedir gancho no está en las reglas de los juegos de los grandes. Que los puentes nunca son los de Avignon y atravesarlos suponen auspicios a sensaciones oscuras. Que siempre se puede estar más vacío. Que voy a seguir añorando los brazos de quien más me abrazó, a través del devenir de los soles.
Solo espero que en el refugio de niños perdidos que usted ocupa, haya una almohada dispuesta para mi, así podremos jugar con las casualidades, tal como supimos hacerlo usted y yo un solo domingo. Tómelo como una advertencia. Arrojarse a través de mi ventana al Mundo de Siempre es lo Mismo puede ser morirse de aburrimiento y créame, esa no es una buena manera de morir y menos un sábado a la noche…
Desde los confines de mis eternos jardines refulgentes, fantásticos y maravillantes…
Su pequeña Wendy…
3 comentarios:
Con tus escritos, ultimamente, te imagino triste, enojada y melancolica, no me gusta saberte asi, pude leer un poco tu naturaleza (hago eso a veces, por eso soy callado) y se que no sos eso, aunque no te conosca, lo se
" nunca dejes de otear el horizonte..."
Besos
Thotila: ahora soy eso, un gajo que cuelga pegando manotazos en el aire... Pero también puedo ser un clown de nariz roja y tres cuartos de risas diferentes.
gracias che, es muy lindo lo que decis siempre de mi...
Gaby: jamás...
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