Empezó así como empiezan las trascendencias, sin demasiada cháchara, sin anuncios rimbombantes, bajito como un susurrito oyéndose a lo lejos. Durante las tardes de enero en Embalse en medio de los aguijeritos que le deja el tiempo a la libertad. Las manos sueltas, las ganas de crear. Melisa me inició en el arte de los caracolitos. Y después seguí. Entusiasmada, ensimismada, buscando la prolijidad y la perfección en la manera de enrollar tela con tela, color sobre color. Y ahora no puedo parar. Y quiero mostrártelos. Aquí están, los huevos de la gallina turuleca. Prendedores, vinchas y chuflines para nenas ñoñas como yo. Detalles. La vida es una suma de pequeñas cosas. Mínimos detalles.
La idea es que empiecen a pulular por ahí, adornando cabellos, colgados de pulóveres, carteras, bolsos, abrigos y demases. Podés tenerlos por 6 y 8 pe.
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