1/7/10

disco rígido



Necesito con urgencia liberar espacio. Los cuencos donde se sumergen mis ojos, ese hueco lo quiero vacío. El surco ancho debajo de la lengua. Las grietas donde empiezan a dibujarse los labios. Las ranuras ínfimas a los costados de la nariz. Toda la cavidad laberíntica de mis orejas. Cada desliz. Paralelas, oblicuas. Los hoyos donde se insertan cada una de las raíces de mi cabello. Y más hondo. Las sepulturas de mis huesos. Las fosas que trazan los pómulos. Los vértices donde se unen los maxilares. Necesito toda la superficie de mi rostro llana. Que exista un mecanismo a través del cual lo viejo dé paso a lo nuevo sin siquiera


tener que derramar


un espacio liso para que se perpetúen allí los esbozos de todos los millones disímiles sentires. Necesito bajar de un manotazo (con furia) la pila que forman uno sobre otro y otro sobre uno desafiando a lo alto el cielorazo del corazón. Que los acontecimientos sean por una vez

efímeros 

y que soltar

deje de ser un verbo y sea una acción

Que se revele una vez en la superficie de mi rostro la radiografía de mi corazón. Que no haya que tomar el cuerpo de prepo para meterlo adentro de un vagón de tren. Que no haya que darse cuenta. Ni darse vuelta. Que no haya monte detrás. Ni calles con grietas por donde se filtre el pasado. Y que no haya. Necesito que haya nada.
Empezar a escribir en hoja limpia

siempre de nuevo

desde el principio
y que haya espacio

libre.







2 comentarios:

Silbar dijo...

... como cuando vas a renovar la pintura de tu habitación, la base es blanca para luego poder hacer de ella lo que quieras.

fenomenal.

Bárbara dijo...

La libertad, siempre primero.
Tal vez haya que empezar a construir ese nuevo espacio sobre los cimientos de lo que ya existe, como para que no tengamos que borrarlo todo de un sopetón. No sé, se me ocurre.
A lo mejor la liberación está bien alto, allá arriba del estante y podamos hacer un piloncito de pasados para alcanzarla y mirar desde ahí.
Qué lindo decís.