29/3/09

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Mi adorado Peter Punk:

En respuesta a su esquela escribo estas líneas para usted. No me es viable prometer relatos edulcorantes ni grandes dosis de poesía. No esta noche. Pero he aprendido que esta es única forma en que la que la distancia que media entre usted y yo desaparece. Absurda paradoja en el Mundo de Siempre es lo Mismo. En este sitio adonde poso mis delirios, nadie acusa recibo ante el correo (postal).
Permítame contarle niño travieso, que la tristeza de este sábado es tan honda que a lo ancho y a lo largo todo lo atraviesa asfixiándome. No hay ni un fragmento miserable de razón ni de conciencia. Me encuentro en esa zona misteriosa que algunos llaman inconsciente. No sé si soy yo quien escribe o es el lápiz el que me ha tomado a mi de un arrebato. Si estoy soñando o estoy despierta. Pero si visualizo que desde este estado, crear se vuelve la más auténtica opción. Claro que hay que soportar la luminosidad cegadora de la piel a la intemperie, las pestañas acuosas, la laringe anudada, los pelos deshilachados, las costillas amildonadas, la fricción de mis ganas, el chillido de mi respiración, los mocos. La clase de falta de control de la que conocemos, nos vulnerabiliza hasta incendiarnos.
En este Mundo, los timones de los barcos están absolutamente desorientados, no saben si mirar al norte o al sur y lo que es grave, les preocupa. Los observo buscar más allá del horizonte, no hay línea divisoria, monte y cielo. Ni una sola figura. Las nubes no se distinguen unas de otras. El color del cielo, todas las veces igual. No hay variaciones en el clima, siempre temperatura inestable, precipitaciones escasas y humedad a granel. Acá a la gente le gusta hablar del tiempo y del dinero. Dicen cosas como objetivos, certezas, conceptos y se rascan la cabeza. Hay hambruna de palabras si vieras. Ninguna es despampanante. Las más, carecen de sonoridad.
El otro día una señora en la cola de un supermercado gritaba que se quería morir con dos paltas en la mano. Decía que sufría. La abracé y lloramos durante horas.
¡Cómo no van a sufrir la inexistencia del sinsentido!. Esta mañana se me ocurrió salir a la calle con la cara pintada de amarillo caminando en zigzag hacia atrás. Miraba las caras desangradas. Pobres miserables, pensaba, andan como si no supieran que van a morirse. Extraño las hadas y los duendes del Mundo del Siempre Jamás. Acá nadie cree en eso. Fruncen la nariz cuando les preguntas por los cuentos. Es bueno que usted tenga suficientes recuerdos de los míos. Si pudiera alfombrar sus paredes con ellos, estaría protegido para siempre y el aura de su niñez lo acompañaría en sus travesuras mi querido Peter Punk. Nadie con los pies pequeños como yo puede salirse así como así del Mundo del Nunca Jamás. Es un consuelo del que me aferro en noches lánguidas como esta. Es aburrido madurar como si fuéramos naranjas. Al menos si lo fuéramos… Tener que vestirse con este tipo de ropa, respirar como si fuera lógico respirar, huir despavoridamente al ver una cucaracha, no salir sin paraguas y decir qué mal está el país cada vez que no hay nada para decir. No se dan cuenta que la respuesta de todo está en el lenguaje.
No quisiera que usted deje su mundo de vuelos mágicos para envejecer a mi lado Peter Punk, semejante sacrificio me provocan las ganas de suicidarme. Entiendo que descubrir que ciertas campanitas no son hadas, le ha significado grandes caídas. Pero créame que el estúpido síndrome de la soledad del que me habla, no hay quien pueda eludirlo y menos aún en noches de recaídas como ésta. Era más divertido cuando no sabíamos nunca adonde ir con nuestras botitas de cordones desatados, errando siempre, salteándonos baldosas desabridas.
Créame que desde que vivo en este Mundo de Siempre es lo Mismo, el miedo se ha vuelto una gigante carga sobre el lomo que en muchos momentos no consigo sobrellevar. Ya no gozo tanto como quiero y nisiquiera cuando quiero me quiebro.
El tiempo que llevo aquí aprendí en cambio que el corazón será un castillo inflable eternamente. Que la más bonita impresión del suceder del tiempo es y será la música. Que cuando pongo mis manos a jugar en el territorio de lo concreto, suelo destrozar todo lo que toco. Que me desconcierta el exceso de materialidad con el que viven los habitantes de este Mundo. Que las risas son piedrecitas tan precarias, pero que reírse sigue siendo mi reflejo más inmediato. Que acá el que se esconde es el que se embroma y que pedir gancho no está en las reglas de los juegos de los grandes. Que los puentes nunca son los de Avignon y atravesarlos suponen auspicios a sensaciones oscuras. Que siempre se puede estar más vacío. Que voy a seguir añorando los brazos de quien más me abrazó, a través del devenir de los soles.
Solo espero que en el refugio de niños perdidos que usted ocupa, haya una almohada dispuesta para mi, así podremos jugar con las casualidades, tal como supimos hacerlo usted y yo un solo domingo. Tómelo como una advertencia. Arrojarse a través de mi ventana al Mundo de Siempre es lo Mismo puede ser morirse de aburrimiento y créame, esa no es una buena manera de morir y menos un sábado a la noche…

Desde los confines de mis eternos jardines refulgentes, fantásticos y maravillantes…


Su pequeña Wendy…


24/3/09

33 años. Todo está guardado en la memoria



TODOS LOS VERANOS

"A veces pienso en mi viejo. O es un barco que parte o esa gente vagabunda que trae el verano o simplemente una luz en el río. Entonces me siento en la costa y pienso en mi viejo.Para todos, para mí mismo, la historia comienza el día que hizo volar en pedazos al Raquelita, en el 28. Era una chata de once metros con un motor Regal. El viejo tenía la maldita costumbre de mojar un papel retorcido en el carburador, luego quitaba el cable de una de las bujías, lo arrimaba al block y con la chispa encendía el papel y con el papel uno de esos cigarros que llevaba desparramados por los bolsillos. Recuerdo aquel olor pestilente y las grandes manchas marrones con dos y hasta tres aureolas en tonos más débiles donde tenía un bolsillo que había sido alcanzado por el agua. Esto sucedía bastante a me-nudo, de manera que en los viajes largos era común ver algunos cigarros secándose sobre el block. Echaban un humo más pa-recido al de una estopa empapada en gasoil que al de un auténtico cigarro.Algunas veces el ruego se había contagiado al carburador pero mi padre no perdía la cabeza por eso. Sin dejar de encender el cigarro depositaba la otra mano sobre el carburador y ahoga-ba el fuego. Pero un día aquella mano llegó demasiado tarde. Poco a poco se había formado en la sentina un charquito de nafta que con el tiempo se extendió a todo lo largo del Raquelita. Eso, naturalmente, fue el fin. Con aquellos cigarros el viejo casi había perdido el olfato. Dos o tres veces, al inclinarse para buscar cualquier cosa, había entrevisto aquel brillo movedizo que se extendía cada vez más, pero como no estaba en condicio-nes de reparar en el olor de nada debió pensar o prefirió pensar, si es que pensó en algo, que el barco hacía un poco de agua.Un día, pues, encendió el cigarro de acuerdo con sus procedimientos y fue como si encendiera el mundo entero de una punta a otra. Instintivamente, el viejo alargó una mano hacia el carburador pero ni el carburador, ni él estaban más allí dónde debían estar. Sin saber cómo, se encontró en medio del agua con el cigarro todavía en la boca. El Raquelita, por su parte, o lo que quedaba de él, aparecía a unos diez metros. Después de todo, nunca había lucido tan bien, ni tan espléndido aquel barco de por sí oscuro. Cada tabla brillaba como una barra de oro. Cuando voló el tanque suplementario, el viejo tuvo más bien un estremecimiento de júbilo, como si se tratara del día del juicio para un justo o algo por el estilo. Fue todo muy breve y muy solemne, según dijo.Eso ocurrió cuando mi padre tenía cuarenta y cinco años, apenas uno después que apareció en las islas. El recuerdo de los de la costa y mi propio recuerdo arrancan de ahí. Nadie tuvo noticias del viejo hasta el 28 y la verdad es que con lo que hizo o deshizo desde entonces hasta su muerte, en el 37, hubo de sobra (...)
(...).—Hijo —solía decir con esa voz profunda que le salía desde adentro y medio cigarro entre los labios—, la verdad que Dios hizo seis días para descansar y el séptimo para trabajar, ya que no había más remedio. A veces el sexto y el séptimo, según como vengan las cosas. Pero estos mierdas de ingleses han dado vuelta todo el asunto...Culpaba a los ingleses de cualquier cosa, aunque el motivo no era muy claro. Con el séptimo día el viejo estaba aludiendo a aquellas misteriosas excursiones que realizaba una vez a la semana en el antiguo bote del Speranza, que había bautizado con el nombre de Arvoredo. A veces estaba afuera dos días y dos noches, con lo que también el sexto tenía ocasión de figurar entre los días laborables. A decir verdad el viejo se afanaba más bien durante la noche de manera que eso del día se refería exclusivamente al tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta sobre sí misma, que era lo que tardaba en estar fuera de casa y más precisamente el tiempo que dejaba de estar echado en la galería del frente (...)


Haroldo Conti, escritor secuestrado en la madrugada del 5 de mayo de 1976 por una Brigada del batallón 601 de Inteligencia del Ejército Argentino. Desde entonces continúa desaparecido.


22/3/09

cenizas de pajarito




Cada luna al acostarme te observo entre las sombras.
Tuerzo mi mejilla mientras te miro sigilosamente.
Entre una cortina, entre otra.
Allí arrinconado en el rincón.
Piquito su chico.
Pajarito mozo.
De asomos, te reinvento.
Que te andas quejando siempre.
Cada día más pequeño.
Que es el aire que viene cargado de nubarrones.
Que todo es una misma cosa.
La materia, me dices.
Que ni otoño ni verano.
Ni nieve ni cielos logras distinguir.
Que la vida es un tango.
Siempre una nostalgia viniendo.
Que de romper el aire a puñetazos te has cansado.
¡Qué extraviada anda la gente!
¿Dónde han olvidado sus sombreros?
Que ni los zapatos se miran...
Tan loca que ni uele.
Pociones que desmerecen a flagelos.
Qué desdicha verlo todo y nisiquiera poder cantarlo...
Pajarito multicolor averiado.
De papel crépe.
Cada vez que mueres...
En cada hueco que mueres...
Nace un nuevo sol entre mis párpados.
Rayado.
Horizontal.
A lunares.
Ancho.
Quisquilloso.
Yo te miro.
Vívida, rimbombante,
a secas de sueños estoy
mientras te posas de un aleteo en mis rezos...




20/3/09

cumpleaños feliz



Cuando regresó de acompañar a los invitados, él la esperaba en el descanso de la escalera. Ella lo intuía. Había aprendido con eficacia, en los últimos meses que llevaban frecuentándose, a descubrir los indicios de su mirada, lo que querían significarle los movimientos precisos de su anatomía que apenas se animaba al contacto con los suyos cada vez que se encontraban frente a otras almas.
Tenía una leve jaqueca, resultante de un día en el que los teléfonos no habían dejado de sonar, su preocupación por que todo saliera bien, que los invitados se deleitaran con sus platos, que no faltara bebida, que la música fuera acorde a cada momento, que los breteles de su vestido no se cayeran dejando sus pechos al descubierto, pendiente de agradecer tantas veces como fuera necesario, y a la vez preparada para recibir cada una de las muestras de afecto de quienes habían acudido a su celebración.
El la ayudó a levantar los platos de la mesa, luego entró a la habitación y se sacó la ropa quedándose prácticamente desnudo. Ella dejó caerse sobre la cama y él empezó a acariciar su piel por sobre el vestido. Le regalaba sutiles masajes en la zona del cuello, los senos y el abdómen.
Los fragmentos de intimidad era lo más sagrado que ella guardaba con él. Y en medio de ellos era portadora de una felicidad suprema. Fluir a su lado era de lo más sencillo. Reirse y gozar, también. Ella, pura adrenalina, quinientos decibeles. El, la calma de quien respira con todo el cuerpo.
- ¿Cómo estás?. Le preguntó él.
Ella sintió que hacía mucho nadie se lo preguntaba de esa manera tan honesta y respondió que estaba contenta, que la vida seguía sorprendiéndola y eso era lo que más la satisfacía. Entonces él hizo silencio y ella se estremeció. El, que horas antes había soplado la flauta para ella, había tocado las cuerdas de su guitarra y le había cantado su canción preferida porque conocía que a ella eso la conmovía. El, que le había mordido el antebrazo al pasar, en un gesto impulsivo como tierno, delante de los invitados. El, que se había preocupado por que ella estuviera en armonía, le había regalado un chocolate enorme y le había preguntado más de tres veces por su estado de ánimo. El, que se había reído mientras ella les regalaba a los otros sus cuentos, le estaba dando la oportunidad para que ella pudiera revelarle una intimidad, algo precioso y preciado. Y ella no dudó y lo hizo. Le contó que toda su vida había empeñado en alejar de sí a la nostalgia y que en esa lucha se definía extremadamente débil. Pero que ahora, en ese mismo ahora, ella estaba feliz porque se había sentido amada, mimada y recordada.
El hizo un manifiesto en contra de la nostalgia. Dijo que no le agradaba la gente con mochilas (así fue como la denominó) porque eso no hacía más que poner muros para conocerse y que lo único que lograba esa gente era perderse del momento presente y abrir la mirada hacia lo que podría pasar más allá…
Ella le dijo que tenía razón en eso que decía, pero que si había algo que había aprendido era a respetar lo que le estaba sucediendo, lo que las emociones le decían, y si se le antojaba llorar un día entero, lo lloraría…
Pensó que siempre había estado mirando su propio transcurrir desde afuera, incluso unos minutos antes, como si no hubiera sido ella la que cumplía años. En más de una oportunidad se sentía un sapo de otro pozo al que todos miraban sin comprender. El costo que tenía que pagar por ser ella misma, a veces significaba el rechazo. Y eso era algo que tenía que aprender.
En cambio siguió diciendo:
-La soledad es lo me ha acompañado siempre. Desde que nací, me he sentido sola.
El se mostró tan sorprendido que no supo más que exclamar:
-Bonita, ella se siente sola, ¡y yo no lo sabía!. Los cumpleaños, las navidades y los años nuevos no deberían existir. Dijo, con convencimiento y algo de enojo.
- Me molesta tener que vivir de acuerdo a convenciones. Toda esa paparruchada de que tengas que estar feliz y que la gente tenga que venir a saludarte y tengas que salir y emborracharte. Y que todo se mida de acuerdo a cuánta gente se acordó de tu cumpleaños y si te regalaron algo o no… es muy frustrante…
Justo cuando hubo terminado de decir frustrante, ella tuvo ganas de ir al baño. El tiempo que le llevó este imprevisto el prendió las velas y se acurrucó adentro de la cama paraguaya. Cuando volvió y lo vió allí, se abalanzó sobre él furiosamente y lo besó. Habían empezado a besarse desde hacía un tiempo. Los primeros meses, hacían el amor sin las bocas.
Volvieron a la cama. Ella subió el volumen de la música, el le quitó el reloj de la muñeca, detestaba que ella use reloj, la desnudó y volvió a hacerle masajes precisos en los omóplatos.
Cuando el amor se dedicaba a hacerlos, él le dijo Feliz Cumpleaños y ella sonrió.
Una vez que el deseo se hubo apagado ella posó su cabeza sobre su pecho dándole la espalda y el despegó sus cabellos suavemente por unos minutos. Ella siguó mirando hacia la pared y con la serenidad con que el tiempo se le sucedía cada vez que estaba con él, le dijo: -Te quiero mucho.
Hubo un silencio apacible, cómodo y fluido. Una espacio de tiempo vacío que a ella no le dolió porque parecía que llevaba en sí toda la verdad y si así era, mejor que no fuera llenado. Sin embargo él lo rompió con su boca y dijo:-Yo también te quiero.
Y entonces ella lloró. Lloró sin que su rostro y el de él se dieran cuenta. Lloró con la más sincera emoción. Estaba siendo querida por él y ese era su regalo de cumpleaños. El más bonito que podía recibir.

19/3/09

TATO




"Hay que inventar un lenguaje que no produzca belleza – sino hambre infinita, mortalidad infantil donde nuestros ojos se desorbiten como estos monstruos sin lactancia.Palabras traídas por las olas donde podamos sentirnos raquíticos –Lenguajes nuevos – alegres en las desgracias – obsceno por subversivo –- porque la desgracia es resignación –tristeza– la acción es la esperanza. Eso, nuevo lenguaje de nuevas esperanzas. Todos juntos. Alguna vez aprendamos a hablar otra vez, olvidando el lenguaje anterior, impotente para intensidades. Barroco – Infiel. Quema de saberes viejos – tiene que sonar pornográfico, que el lenguaje vomite y excrete realidades, que las olas traigan nuevas palabras barrenadas y nos hagan sentir en el cuerpo sólo un poco de hambre – solo un poco de salud – solo un poco de todo. Las palabras sensaciones.Convulsiones como respuestas. Eso –que las nuevas palabras del nuevo lenguaje nos hagan epilépticos por un rato.Para confirmar que las palabras han llegado y nos maltratan, nos cadaverizan. Quien sabe hay muertes por reflujo. Es bueno. Pero estemos seguros que llegaron, que no son palabras muertas – Edificios con ladrillos de lenguaje que no sirven más para expresar nada. Palabras que significan – que quieren abarcar el mundo ya no abarcan nada – Palabras que describen conferencias y reunión que no que no que no que no.Balbuceemos las otras, las que no significan – pero expresan los ojos reventados – los dolores infinitos... los aullidos. Aprender todo de nuevo... aprender a ignorar todo lo aprendido. Que explote toda la impostura. Toda –pero toda junta. Y de esos escombros el lenguaje nuevo.La palabra interdicta, obscenidad de los goces infinitos y de los dolores que ya no caben en lenguajes viejos. Inventemos. Inventemos todo. Pero que sea loco loco loco. Enterremos el sentido común. Una gran tumba a la belleza – A los grandes gestos que nos vaciaron el sentido de algo.Un gran entierro de todo aquello que llamamos humano, todavía que de las olas venga el resto – las palabras nuevas – los pedazos, lo que quedó afuera, las sílabas barrenadas que arrojamos al mar del desperdicio.Sólo de allí –la gran resurrección obscena. De cunas escondidas. Que no signifique nada. Que exprese el hoy.¡¡ El hoy de todos. Blu – blu – blu blu. Blus blus. Ya vienen, atención. Vienen las olas. Blus. Blus. Blue. No significan nada. Sólo blug blug blug. Nada nada nada. Belleza de los restos de las sobras. Poesía de los escombros. Intensidad del mar embravecido. Nada más que eso.A la hoguera con los lenguajes viejos –ya no nos sirven– olor a trampa y a impudicia, no soñemos con el hombre nuevo – rescatemos de las sobras – de los restos – de los desperdicios – de los escombros y de las cunas palabras que hemos arropado y que las olas traen – y construyamos un lenguaje nuevo con fuerza de obscenidad – inventemos la potencia de las nuevas palabras – no cambiemos a los hombres – cambiemos su lenguaje – su retórica encallecida – que envejece, que hace vivir a medias con tristeza – Un nuevo lenguaje alegre – potente – para un nuevo hombre. Pero necesitamos arrasar con todo – arrasar – arrasar – arrasar".


Prólogo de Eduardo Pavlovsky al libro Globaloney de James Petras


13/3/09

DELIRIO DE POETA





Voy a decírtelo. No me importa otra cosa que decírtelo. Pero tienes que entender que sino te miro a los ojos es por ellas, las palabras. Se me regalan con la premura de la luz, corretean alrededor de mi boca, me interpelan con vehemencia. Tengo que extraerlas de las cortezas de los árboles, buscarlas en la textura áspera de los tejados, degustarlas en lo amarga savia de las hojas, divisarlas en los filos de las nubes, atraparlas en los aleteos de las mariposas, de la indefinición en los colores de la lluvia, posan sobre los tallos de las amapolas…
Sabrás entender, cuando hablo, ellas me buscan de una forma… que no es sencillo decidirme por unas. Ceder ante los deseos, los cuerpos imponentes de unas y la determinación de otras, dejar de oler el vaho a madera, tabaco, naranja, de unas para entregarle mi nariz a los perfumes de otras. Establecer un contrato poblado de cláusulas que las conduzca a mis labios, morderlas, saborearlas, chuparlas, escupirlas y olvidarme para siempre de las que quedaron vagando por el aire. Ignorarlas en su especie y su orígen, en su cualidad, en su fuerza, en su espíritu.
Sé paciente. ¿No ves que estoy metida en un cortejo con ellas?. ¿No ves que mis pupilas se están empachando de colores?. ¿No entiendes que estoy dedicándome por completo a ellas? ¿Qué estoy siendo tomada por un asalto de la distracción? ¡Que si te miro las pierdo! Se esparcen por los campos, voluptuosas, quisquillosas, frondosas, azarosas, floripondiosas como osas…
Permitirme entrar en este mismo juego, ¡es justo ahora! Y no es que no quiera decírtelo. ¿Qué si me tienes? ¡Por completo! ¿Qué si estoy cerca? ¡Más no podría estarlo! ¿Qué si te quiero? ¡Cómo se te ocurre preguntármelo!. Pero no es así como se me ocurre entregarme a vos. No es al menos del modo que todos lo hacen. Debo tener precaución. No es intrascendente esta misión, mucho menos urgente ni explicable nadar en este mar salitroso de palabras, tener que despegármelas de las cejas, quitármelas de entre las uñas de los dedos. ¡Deja de torturarme con la expresión de la impaciencia!. ¡Que no me pongas a entre la espada y la pared! ¡Les adeudo todo!. Me desnudo ante sus órdenes y sus melodías, porque a ellas debo mis insomnios, mis honores, mi existencia, mi plenitud y mis minutos…
Y te lo diré, ten la calma que se requiere para la espera, que con o sin tus ojos en mi frente, te lo diré…




11/3/09

Fuga de susurros





"Quien conserva su cabeza de niño conserva su cabeza"
Antonio Porchia


Este sábado en Parque Rivadavia, a las 17 hs, un grupo de personitas estaremos invitándolos al placer de dar y recibir un susurrito. Porque de eso se trata, de regalar y recibir regalos, y que mejor que un poema, un verso o una canción para despertar oidos cansados. En una ciudad donde los sonidos son tantos que avasallan, ensordecen, obstaculizan, desaniman, nada más reconfortante que una bocanada de aire suave!!!


ANIMENSE!

Los esperamos!!



5/3/09

Yo, argentina



¿Qué son cinco horas en la vida?. En mi país tramitar un pasaporte te lleva el tiempo de una jornada de trabajo completa.
Una señora me dice en la cola que ocupa más de media manzana: -
Es la tercera vez que vengo. Pero hoy está peor.
Pasados los cincuenta minutos, un señor mayor de chaleco beige, le pregunta a otro de remera verde, que está delante mio, cuanto tiempo nos llevó estar en la puerta. -Media hora, contesta optimista.
Una vez adentro nos dan un formulario para completar. El mismo tiene un número. El mío es el 793. Me siento. La pantallita va por el 502. Ojalá pudiera ser tan optimista como el señor de verde.
Son las 3 de la tarde. Se gastó la pila de mi MP3. Olvidé a Zygmunt Barman sobre el sofá de mi casa.
El señor de beige está sentado cuatro hileras más adelante y conversa con un jóven. Pienso que debe tener muchas cosas para decir, como yo, como todos.
El las dice al tiempo que yo las escribo.
Una pareja de no más de treinta se sienta a mi lado con su pequeño niño de tres años. Los tres están vestidos con ropa de marca y son bellos para el común de la belleza.
Hay gente de todas las edades. Esta es la historia de la Argentina. Un país que quiere irse.

¿Por qué será que todos queremos irnos?
Ya falta poco. Pienso que tengo que hacerme la prueba del HIV. Pienso que en esta enorme sala somos todos iguales. No hay privilegios, igual que frente al HIV. Las cosas que nos equiparan. Pienso que muchos de los que están acá son buenos consumidores, como debe ser para esta sociedad. Tienen modernos celulares que usan sin parar.
¿Será que el matrimonio de atrás mio va a visitar a sus hijos a España?
La señora rubia a mi lado tiene más de cincuenta, está con el formulario sobre la falda y duda. Ya no sabe si es soltera o casada. Hace tanto que su marido no la toca…
La chica de violeta irá a Machu Pichu y una vez frente a las ruinas dirá que acaba de encontrar a dios. Algunos tienen que buscar muy lejos para encontrarse. Pienso que lo que espera a esta chica en su plato cada mediodía seguramente diere de lo que tiene en el suyo Dominga, mi vecina peruana que limpia casas por siete pesos la hora. Sin embargo, algo las sitúa en el mismo escalón. La chica se va a ir al país que Dominga dejó por un futuro mejor.
El tiempo pasa más rapido si escribo, igual que cuando hace frío.
Ya llegó mi turno. Me ponen un sello en el formulario y me conducen a otra sala más pequeña para tomarme la foto y las huellas dactilares. Otra vez la espera con el mismo número, van por el 615.
Una chica estudia biología a mi lado mientras me dice: -
Son las 5 de la tarde, tengo ganas de matar a alguien…
Pienso que a esta altura de la tarde yo ya soy un animal domesticado y hambriento. Cada vez hay más gente. Y me pregunto:



¿Cuántas de estas personas se irán para no volver?
¿Cuántas cruzarán el Atlántico?
¿Cuántas curzarán el Pacífico?
¿Por qué razón se van los que se van?
¿Tenemos el país que nos merecemos?

¿Yo tengo el país que me merezco?
¿Qué significa pelear?
¿Qué significa oportunidad?
¿Quién es más cobarde, el que se queda o el que se va ?