30/5/08

BJÖRK. Oscura, excesiva y majestuosa



Nació en Islandia. Sus padres eran hippies aficionados a la música. Se separaron cuando ella tenía dos años. Su madre, ecologista, lleva a casa a un músico (Sævar Árnason) guitarrista de una banda llamada Pops, conocido como “el Eric Clapton islandés”, quien la alentó a estudiar música y componer. A los cinco ingresó a una escuela de música de Reykjavi donde estudió acordeón, piano y flauta . "Como todo el mundo a mi alrededor esuchaba toda esa mierda psicodélica: las guitarras y las baterías me aburrían; me interesaban más el jazz, los cantos corales, el folk".
A los once grabó un álbum con el nombre de "Björk". Obtuvo disco de platino en Islandia aunque no logró ser conocido en otros países. Le ofrecieron grabar un segundo disco, el cual rechazó. Con la plata que ganó se compró un piano y empezó a componer ella sola. A los quince se graduó de la escuela como pianista clásica siendo la unica en completar el curso de 10 años.
Influenciada por las corrientes punk, formó "Spit and Snot". Allí tocaba la batería. La banda estaba integrada solamente por chicas. Después ingresó a otras bandas; Exodus, conbinación de punk y pop, y Jam-80 . Con Tappi Tikarrass, grabó dos albumes: "Bitid Fast I Vitid" y "Miranda". Esta fue la primera banda importante en la que militó y junto a Purrkir Pillnikk acaparó la escena musical Islandesa, allí también conoció a Einar Orn con quien más tarde formarían los Sugarcubes. Pero antes de esta banda, y después de Tappi Tikarrass nació una de fromaciones más representativas del momento que vivía Björk, se llamó Kukl. Editaron dos álbumes; "The eye" en 1984 y "Holidays in Europe" en 1995. La música al principio era una extraña especie de Punk Gótico bastante siniestro y anárquico; para volcarse después hacia un estilo más pop convirtiéndose en Sykurmolarnir, más conocidos como The Sugarcubes. Con ellos Björk recorre Europa y Canadá , crean Bad Taste, un sello discográfico, una radioemisora, y una editora de libros. Cuando en la banda cunde la anarquía Björk se retira.
En 1990 grabó junto al trío de jazz integrado por Gudmundur Steingrimsson, Pórdur Högnason y Gudmundur Ingólfsson el album "Gling-Gló". Finalmente, en 1993 Björk lanzó su carrera como solista con el álbum "Debut". El disco tiene una mezcla de flautas, arpas, pianos y arreglos de cuerdas. "Es un disco lleno de mis propias excentricidades. Es muy íntimo, como si invitara a alguien a entrar en mi dormitorio y mostrarle mis cosas y luego cocinara algo para los dos o las dos".
En 1995 grabó "Post", en 1997 nace "Homogenic", en el 2000 "Selma Song" y finalmente en el 2001 "Vespertine". También participó en una película Dancing In The Dark; de Lars von Trier, donde interpretó a Selma y ganó el premio a la mejor actriz en Cannes ara luego declarar que no actuaría nunca más en cine.
Respecto a la clasificación de su música, Björk se distancia de los estándares establecidos y la define:
“Creo que actualmente hay mucha gente que confunde los términos. Para mí existe dos tipos de música: la que exige una atención por parte del oyente, y la que es simplemente un vehículo para bailar, practicar el sexo, o crear cierto ambiente en un aeropuerto o en un ascensor. La gente malinterpreta la música de baile, porque se ponen unos auriculares y la escuchan tranquilamente en casa. ¡Mierda! ¡eso no es así! La dance music (música bailable) es algo tribal: nació en África hace mil años y está destinada a las actuaciones y los clubes para que la gente baile por diez horas seguidas si hace falta. Escuchar música de baile en casa es como poner un disco de rock and roll en un funeral o una pieza de ambient en un concierto de rock. Es absurdo. Lo que yo hago no es realmente dance; pide una atención y es de uso doméstico más que para los clubes”.
Björk es versátil, no se encasilla en ningún género, se compromete solo y exclusivamente con ella misma. Es una mujer que parece haber salido de un cuento. Sus videos son tan singulares como su voz y su rostro.
Yo no sabía que escuchar podía ser tan dolorosamente bello, hasta que la conocí.

25/5/08

El cuenco (Se lo debo)


Ana Ruiz y Rodrigo Cuesta no pueden ocultar la tristeza. Traen la propia y la de sus compañeros de El Cuenco, la sala de teatro independiente que cierra sus puertas en julio. Sencillamente, no les renuevan el alquiler. La situación corresponde, entre otras cosas, al ritmo del negocio inmobiliario de la zona. Ubicada en Libertad 326, la sala ha visto crecer en los 12 años de existencia el sector que avanza sobre el río. Un puñado de estudiantes de la licenciatura de teatro de la UNC llegó al lugar en 1996. Los jóvenes actores convocaron al director Roberto Videla, que fue parte de El Cuenco durante la etapa en que el equipo se puso de pie. “En El Cuenco se presentan 10 espectáculos por temporada, más las funciones de los festivales. La sala siempre participa y es muy buscada por sus dimensiones: 8,5 metros x 35 metros de profundidad. Es la más grande del circuito independiente de Córdoba”, comenta Rodrigo Cuesta, actual director del Elenco Universitario de la UNC.

Publicado en La Voz del Interior: http://www2.lavoz.com.ar/08/05/25/secciones/espectaculos/nota.asp?nota_id=206020

24/5/08

Me adhiero


23/5/08

D de delirante


Lunes 23.30 p.m.

Tengo los ojos pegados en un libro de Paul Auster. El mejor libro que leo en mucho tiempo. De repente oigo a alguien decir: “Buenas”, con la e estirada. Es Alejandro Dolina que pasa a tres centímetros de mi y de Paul. Levanto la vista extrañada. Solo me sale decir: “Hola”. Luego acoto: -Uf…me asusté. No me dirijo a nadie en especial, pero a mi lado hay una chica de unos treinta años que aprovecha mi frase para preguntarme que leo. Cierro el libro dejando mis dedos a modo de señalador entre las hojas. Lo inclino mostrandole el lomo. -No lo conozco, me dice. ¿De qué se trata?.
La chica tiene un nombre exótico, que por alguna extraña razón el pequeño atico de mi memoria no se molestó en almacenar. Usa un pañuelo cubriendo toda la cabellera y me cuenta que su ocupación es tirar las cartas. -Pero ya no lo disfruto, afirma frustrada. Se me ha vuelto un karma. Entablamos una conversación con prolongados silencios entre palabra y palabra. La chica morena vivió dos meses en Croacia y dos años en Capilla del Monte. Siempre preocupandose de adivinar el destino de las personas en las huellas de sus manos. Nunca leyó a Auster pero conoce de pe a pa la obra de Niestche. No sé que lleva a la conversación a este punto, pero la chica termina estableciendo un algido juicio de valor acerca de la cultura árabe y musulmana. - Son machistas. Allá le cortan el clítoris a las mujeres, y si un hombre recibe a otro en su casa, no tiene más remedio que cederle a su mujer. La homosexualidad está sancionada con pena de muerte. ¡Es increíble!, confiesa.
Mientras dialogamos, se acerca una pareja desaliñeada de unos veinti largos. -¿Acá está Sabina? Pregunta él. -No que nosotras sepamos. Estamos para ver a Dolina. -¿Y yo qué dije?, replica. La morena me dice:-Hay mucha droga en Buenos Aires...
El programa, por demás ocurrente. Además, entre otras razones, era el cumpleaños de Dolina.

Sábado 1.00 a.m.

La distinción entre San Telmo y Nueva Córdoba un sábado a la noche es el target de la gente que se abandona a la diversión. La gran mayoría, hace rato pasó los veinte.
La moto de D es una Yamaha IBR 125, de color gris. El aire en su vaivén produce como efecto un masaje en la cara, indecoroso y sutil. Las luces de la noche de Buenos Aires, arriba de la moto, son destellos parpadeantes que dotan a las imagenes de un tinte singular.
Si tuviera que describir a D diría que es un digno personaje de una película de Alex de la Iglesia. Bizarro. Impredecible. Es excesivamente flaco, sin embargo en su anatomía puede adivinarse un cuerpo que ha sido ejercitado. No tiene reparos a la hora de hablar de él y confesar que usa jeans de mujer porque los de su talle para hombre no abundan. Le gustan los chupines. Y las zapatillas de lona, sus pies no conocen otras que no sean las All Star.
Me lleva casi toda la noche darme cuenta que D tiene un aro en la lengua. Le pregunto si a las chicas les gustan los besos con aro. Contesta que sí, aunque no demasiado seguro.
D es un ferviente defensor del libre consumo del cannabis. Tiene cultivo en su casa, compra la revista THC y asiste a las marchas a favor de la despenalización. También consume otras cosas. Pero de eso no hablamos.
Su vida es un relato pormenorizado de anécdotas graciosas e irrefutables como la eminente calvicie en su cabeza, un tema al que alude una y otra vez.
D no quiso comer más carne hace unos años. -Fue cuando se murió mi perro Nerón. -No me gusta decir que soy vegetariano, entonces digo que no como carne, que es distinto.
La historia de su perro pequinés plateado se plasmó en una canción que compuso con la guitarra. -Soy muy mal cantante, pero buen bailarín.
La banda donde canta D se llama Pasaje Diamante, en referencia a una calle de Dominico, donde vive el y todos sus amigos. Antes se llamaba Il Suceso, aludiendo a la pizzería del barrio donde asiduamente compraban muzzas, hasta que al guitarrista lo estafaron por un peso. -De todas formas ese nombre no iba a durar mucho. No es un buen nombre para una banda de rock, argumenta.
Un verano en la costa, a los dieciocho años, D hizo la vertical durante largos minutos en un concurso y eso le valió el premio de una docena de churros rellenos con dulce de leche. El coordinador tuvo que decirle que ya era suficiente porque el tiempo pasaba y el seguía con las piernas hacia arriba, como si en ello se le fuera la vida. Lo desafío a que haga lo mismo en La Giralda, la churrería más tradicional de la ciudad (que queda frente a mi casa), y se ríe.
D tuvo dos accidentes graves en su vida, una vez se rompió el tobillo, otra se le abrió una arteria de una pierna. - Mirá, me muestra. ¿Ves la marca?. También tiene un tatuaje en la espalda con la forma de la letra D. Me lo hizo una novia a los diecisiete, agrega.
-Yo no necesito una mina. Me llevo bien conmigo mismo. No tengo problemas de autoestima. Un día te voy a llevar a comer la mejor pizza de Dominico. Altas pizzas, vamos a comer ahí. Y se va, despacio, en su moto gris, a gastar Buenos Aires.

19/5/08

A-O-R-A

Martirizado por la melancolía de las resacas que duelen, otra lección de vida que no se aprende. Veo por la ventana, aún es de madrugada. Mi cabeza y su rutina crónica. Apenas jadea. Estigma de los vasos que se apuran queriendo matar el inútil deseo de abrazar todo aquello que no se tiene. Como si eso bastase. Como si bastase convencerme de que estás lejos y que nos vamos a olvidar a medida que nos untemos con otras pieles y con otras salivas. Como si negar que la última vez que no me desperté solo, estabas ahí, me consolara.
Tengo una cocina llena de especias y una casita llena de música y no basta. Tengo el sueño obsceno de la guitarra contra el piso. Tengo el pesimismo estúpido y cruel a la orden del día. Por donde veo robo imágenes. Me apodero, mis tesoros. Tengo una histérica euforia por mi vida aventuradamente improvisada. Tengo las caricias de mi desvergonzada imprudencia. Gozo cuando quiero y cuando quiero me quiebro y vuelvo a nacer con mi impostergable resaca y su jadeo, y mi tormentosa culpa.
Hago las cosas al revés. Cuando te disfruto me callo y cuando me haces falta, como ahora, te maldigo en nombre de todos los besos que entierro por las noches. Y a mi esperanza caída le pago un trago y las flores, rogando que Exequiel no entre a preguntarme donde está la chica que tropieza en los bares. Una patada en el culo le daría, por profanar mi intranquila intranquilidad. Por desconcentrarme mientras destrozo los colores, mientras busco más excusas para justificar soledades.
Así, embebido en licores de escasa calidad, mi escandalosa manera de pedir auxilio y mi ardid derrotado. La hornacina vacía y fatua en el pecho resentido de tanto esperar la imagen que le de un nuevo significado. La excusa buena.
Ya me bañé y comí, todas las veces que eran necesarias. Vuelvo a mi prolijidad fingida. Concluyendo que la romántica aventura de los nobles es despertar jaqueado por el vicio de los peones. ¿Viste?, la miseria humana no discrimina. El mundo no paró, ni para vos, ni para mí, ni para nadie. Solo hay que correr para no sentirse culpable. Total, siempre hay una pared que nos frene. Espero que en mi nueva colisión sea tu pared la que me corte de nuevo la desquiciada inercia abirraigada y tonta como casi todo lo que nace del hombre.
Mientras tanto, mientras te tardas en volver, voy a seguir siendo ese ingenuo icaro con alas chinas que juega a volar mientras corre por las azoteas del barrio bajo luchando por mantener impoluto este cielo, el nuestro.
Desde las medianeras rústicas e iracundas, lamiendo mis alas berretas, espero por tus besos y su corolario.
PD: La de la foto soy yo, al igual que la destinataria de la carta. Cualquier crítica, halago, objeción o comentario que hagan de la misma, será transmitido al autor (que no soy yo, claro está).

13/5/08

El placer por la tontería I


Yo siempre quise ser un clown, así como otros desde chicos supieron que querían ser abogados, pilotos o carpinteros, yo quise ser un payaso.
Cuando vi I Clowns, de
Fellini terminé de saberlo. Quiero ser como Popovsky, tener una valijita vieja y puesta siempre mi nariz roja, tan roja como mi corazón de payasa. Quiero tener un par de zapatotes enormes y hacer reír a los chicos y a los grandes con mis ocurrencias. Tengo que asumirlo. Todo este tiempo quise evitarlo, hacer como que no me daba cuenta, tratando de buscar excusas: estudiar, trabajar, ir al banco a pagar impuestos, lavar los platos, ir a eventos sociales, pagar el teléfono, viajar en colectivo y todas esas cosas que hace la gente común y corriente, hacerse cargo de vivir una vida sustentada por las cosas mundanas. Pero yo nunca fui esta clase de personas. Y es momento de que comience a enfrentarlo. Si yo le saco una risa a un niño, ya tengo para ser feliz un buen rato.
Cuando una persona se pone una nariz se convierte en un clown. Todos tenemos uno adentro, todos llevamos agazapado a nuestro clown. Algunos tienen un clown que tiene como característica estar siempre enojado, con mala onda, otros tienen uno peleador, uno triste o uno contento y cariñoso. Porque el clown no es un personaje construido, ya existe y somos nosotros mismos, con todas nuestras obsesiones, nuestros temores, nuestros sueños y debilidades. Solo hay que dejar que surja todo eso y regalárselo al público. Sin juzgarse ni criticarse, ni hacer juicios de valor, el clown no sabe que significan tales términos. Al exponerse tal cual es, el clown genera risa, o identificación en el otro, y de esta manera se produce la comunicación. Las técnicas de trabajo provienen de la propia intimidad, a diferencia del payaso, que trabaja con arquetipos del ridículo universal y tiene que usar un disfraz.
El clown intenta superar el miedo al ridículo frente a los demás y en definitiva, busca que lo quieran. Juega a partir de cosas simples. Hace que el vacío que todos sentimos y habitualmente tendemos a intelectualizar, podamos disfrutarlo y tolerarlo.
Por eso, yo quiero ser un clown. A partir de ahora, no me sacaré jamás mi nariz. Dejaré de actuar como una persona del montón y cada vez que mire hacia adelante, estaré mirando a mi público.

7/5/08

La memoria de una noche

Suele suceder en las fiestas de gente con onda que uno se aleja unos centímetros de su propia vida y se permite interceptar pequeños rasgos de los otros que les resultan interesantes hasta para incluso, adaptarlos a su propio estilo. Quizás sea esta una actitud propiamente femenina. Por ejemplo, algún raro peinado nuevo, una forma de vestirse, un pasito de baile que no se nos hubiera ocurrido, una específica pose de las manos al tomar el cigarrillo o el vaso de vino. Está claro que Buenos Aires es una ciudad de constantes poses.
Una casa antigua, sobre el piso de pinotea un velador pintoresco. Una escalera extremadamente angosta la cual puede atravesarse solo de costado conduce a una terraza acogedora. El dueño de casa es músico. Toca el contrabajo. Entre las personas que pronto a lo mejor serán mi amigas, hay un hombre que es lindo. Esto no deja de sorprenderme, los hombres lindos en Buenos Aires pululan. Alguien me dijo que el encanto perdura el tiempo que se toman para decir una palabra. El sujeto en cuestión tiene el pelo revuelto como una ensalada griega, un sweater rojo que le obsequió alguien que reside en el Primer Mundo y un modo de moverse histriónico pero ajustado. Debí haberlo supuesto, es clown.
La gente quiere saber a que vine a Buenos Aires. Yo a veces me tomo la licencia de no preguntármelo. Solo tengo la certeza de que vivir en esta jungla, aunque más no sea por un breve periodo de tiempo debería ser una ley. Bailamos Brazilian Octopus. A la altura de la fiesta en que la noche empieza a distenderse, emprendemos una retirada silenciosa.
La casa de la segunda fiesta es inmensa y atractiva en todos sus recovecos. El patio está cubierto por enredaderas. En el living hay sillones y restos de comida sobre una mesa ratona. Sobre el techo cuelga un trapecio. Abundan cineastas que aman filmar películas. No dejan de repetirlo. En las conversaciones se destacan términos como: cortos, extras, rodajes, poco presupuesto. “Filmar en este país quebrado, es un lujo…”, “estamos cagados de hambre, pero somos felices…”, aclara uno de ellos.
Hay un gatito negro durmiendo en el sillón, un vestuarista de una película famosa que tiene el pelo largo, canas y más de cincuenta años. Mucho alcohol y marihuana, sin embargo los excesos no terminan de encontrar sitio. En medio de todo este despliegue yo soy sólo un punto. Nadie me conocerá mañana. Nadie sabrá que fui yo la que bailaba sobre el contorno de tu sombra.