13/6/09

Las disconformidades



Sólo por hoy, no tener que bajar las escaleras para ir al baño, contar con un lavabo justo al pie de mi cama donde lavarme los dientes cuando me despierto por las mañanas para poder dejar mi cuerpo en la exacta posición que había tomado durante la noche. Supongamos que no tuviera que agarrar la lapicera ni doblar las piernas para sentarme en esta silla, no tener que poner en funcionamiento mi estructura mental siquiera para encontrar la coherencia, la cohesión, la sintaxis, supongamos que no existieran las malditas mediaciones, que las cavilaciones no se fueran con mis urgencias de llamar (lo), que el tiempo sirviera a los fines de ser diluido en una cucharita como un ácido, que el aire no estuviera infectado por la respiración de todos esos otros a quienes desprecio, que la quietud no pereciera la mayor parte de las veces estropeada en su esencia por los quejidos de las voces humanas, porque la gente habla porque tiene miedo de que alguien adivine sus oscuros pensamientos. (Ay, los silencios… que pena me da la sepultura de los silencios!. Verlos morir así, sin sentido las más de las veces, en sustento de la estupidez… )
Sólo por hoy, ser un japonés, articular como un japonés, vestirme como un japonés, meter el cuello adentro de este pulóver como un japonés. Tener que ponerme el luto blanco y correr por las veredas de Tokio en busca de una petaca de sake por el precio de cinco yenes.
Y merecer la vida, merecerla de veras, no faltarle el respeto así, como si me estuviera dada y no le debiera nada, merecerla con furia, en las entrañas, en las acciones, en el discurso, en los despertares, merecerla.


Fotografía: Andrés Acha

1 comentario:

María Gabriela Costigliolo dijo...

me aprece que esa es la lucha constante de varios hoy por hoy..merecer la vida... sentir que nos la merecemos... me encanto esto.. Un beso