30/11/09

vertical






Allá. Que es más lejos que acá. ¿Dónde está el fin?. Desde los ojos hacia adelante, una línea vertical e imprecisa se dibuja. Confiar en la percepción se vuelve absurdo. No hay un solo celeste ni un solo gris ni un marrón acaso. No hay una ondulación. Son miles. Van plegadas como una guirnalda de papel crepé y se mueven en una coreografía prolija. Tienen brazos como hamacas. Estoy segura de que también tienen colmillos. Y muerden. Ahora, una calma ignota atraviesa el paisaje y lo contiene. Pero cuando la luz no lo descubra, quien sabe cuál será el juego. Y si lo hay. Furiosos serán los deslices del río, quizás tanto como los de mi cuerpo en el sueño. El Río de la Plata es una ventana con hendijitas que se abren o se cierran con cada capricho del cielo. Un rectangulito brillante. Una bandera. Un espejo. Un lugar por donde guardar un deseo. Demasiado cerca de la poesía y tan imposible en cualquier verso. No hay certeza más eterna que este río, ni fantasía más sabrosa que este cielo. Río y cielo galopándose, chorreándose. Y qué importa más que eso. Después vendrán los barcos, los muelles, los acantilados, los faros, los pescadores, la arena. Y más abajo, invitando, la espuma. El agua que fue clara, se enrula, se dobla y se desarma. Principios. Finales. Mutaciones. Al fin algo que fluye. Un alivio. ¿Y qué más importa?.



La foto es de Colonia del Sacramento. Uruguay.



 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó!!!! Y... cuantos secretos guardará ese espejo de agua!!! Besos La Mummy