5/2/08

Disyuntivas


Quisiera ser la persona que no soy para cruzarme todas las montañas y buscarte. La distancia sería un camino de perlas insignificantes que me voy guardando dentro de mi falda. Diminutos granitos de azúcar que se desprendieron de un caramelo de nuez. Me meto de un salto como un gato por tu ventana de noche para despertarte. No ando en puntillas porque soy audaz y quiero decírtelo. Es que ya no puedo con esas palabras empantanadas en la garganta. Me estorban como tábanos asechandome. Se me escapan sino hago un terrible esfuerzo por contenerlas. Se derraman como agua por los pliegues de mis labios. Pero supongamos por caso que soy esa otra, entonces no me esfuerzo en pensar las consecuencias y no me importa que tu cara sea un desparpajo ancho mostrando todos los dientes al oirlo. Quizás me devuelvas una mirada endurecida o te agarre desprevenido mientras planeabas una huida lejos de mi. Tal vez suceda que todas tus frases predilectas se te vengan enciman aplastandote hasta dejarte enano. Sin embargo, a mi me urge que lo sepas. Escupirtelo en medio de un beso sería una linda manera. Gritartelo en un susurro, otra. Lo hago por fin y te imagino. Estás parado justo en el territorio más tibio de mi mirada. Y mirarte sabiendo que vas a saberlo fortalece mis ansias de tenerte. El mundo gira debajo mio, masajeando las plantas de mis pies. Los extremos no me exceden. No tengo ridículas certezas. Pienso que podría pasarme todas las noches que me quedan buscando alguna razón para arrebatarte la carcajada que te distingue de vos mismo. Y si eso sucediera, la metería en un caracol para llevarmela al oído cada vez que ando huerfana de sonidos bellos. Te miraría mientras te bañas solo para ver la dicha del agua en tu espalda brillar como un sable. Dejaría que te duermas sobre mis piernas a cada instante solo para posarme frente a tus ojos cada vez que regresas de un sueño desquiciado. Querría probar las mil maneras diferentes de abrazarte sin que mi deseo se ponga en evidencia. Estás repleto de las cosas que necesito para ser esa persona que no soy. Tenes todos los tonos que le faltan a esta ciudad para que no sea una isla desolada. Sos todas las alegrías que me gustaría regalarme una tarde de primavera. Formas parte de todas las cualidades que jamas admiré. Pero si fuera otra te lo diría y la cara no me provocaría el remordimiento al volverse roja como una manzana. Sería grandiosamente feliz. No creería que estoy en aprietos. Estaría segura de que encontrarnos no fue un antojo de la casualidad. Si fuera esa persona que no soy no te dejaría ir así como así. Porque si fuera ella el amor dejaría de ser un problema.

2 comentarios:

María Gabriela Costigliolo dijo...

guauuuuuuuuuuu, te diré que hasta hace dos horas pensaba lo mismo, pero ahora la vida dió un giro inesperado y sé más que nunca que todas esas cosas que no le dije, van a dormirse para siempre. Un beso.

Anónimo dijo...

Pero euge!!!, somos como somos...y a apechugar con eso que no es poco ! bellisimo relato.
Marite