2/1/08

La obsesión de ser otra persona para que el amor dure



En la pelíìcula trece del coreano Kim Ki Duk, la hermosa Seh-hee presenta un vínculo enfermizo con su novio Ji-woo, los celos excesivos y el miedo a que el tiempo arrase con la pareja se convierten en el corolario de su infelicidad. Para resolver este dilema toma la decisión de convertirse en otra persona. Sarcasmo, ironía y el convencimiento de que la belleza es una percepción "absolutamente relativa".

La última película de Kim Ki Duk, fiel a su exótica y creativa manera de contar historias, es perturbadora por donde se mire y produce efectos contradictorios.
Sucede que, por momentos, uno no sabe si reir o llorar por las extrañas situaciones que surgen en “El tiempo”.
La hermosa Seh-hee presenta un vínculo enfermizo con su novio Ji-woo, los celos excesivos y el miedo a que el tiempo arrase con la pareja, se convierten en el coroloario de su infelicidad. Para resolver este dilema toma la decisión extrema de someterse a una cirujia plástica y pasar a convertirse en otra persona. Ella piensa que de esa forma recuperará la felicidad perdida y conseguirá que su novio vuelva a enamorarse de ella. Algo que sólo está en su mente, puesto que él, (quien al principio del filme aparenta estar un tanto más cuerdo que ella) no manifiesta signos de no estar enamorado. Por el contrario, demuestra amarla pese a su neurótico comportamiento.
De esta forma, la obsesión por convertirse en otra persona y el amor entre estos dos seres, que no cesará con el paso del tiempo, serán los ejes de una historia que no escatima ironía y sarcasmo.
La escena de la chica coreana con su foto previa a la cirugía pegada en su cara paseandose por la ciudad genera incomodidad y uno no sabe qué actitud tomar. Digno de una fotografía cuidada, de la elección de un escenario urbano perfecto (la reiteración de los mismos lugares es un elemento novedoso), de felices actuaciones, sobre todo la de Seh-hee (la actriz Hyeon-a Seong), y de una sonorización ajustada que acompaña la gran diversidad de situaciones presentadas, el director de “Primavera, verano, otoño, invierno...y otra vez primavera”, “Hierro 3” y “El arco”, vuelve a sorprendernos con una película absolutamente original que descoloca.
Mueve los preconceptos y nos transporta a un mundo frívolo donde el corolario de la belleza roza el límite de la locura. Pero a través de sentimientos como el dolor (de She.hee que se vuelve por momentos desesperante), la angustia, la soledad, la infelicidad, la inseguridad y el constante inconformismo con nuestro ser, el director surcoreano, usa la estética sólo como una excusa para decirnos algo más, otra cosa más importante.
Después de ver la película, la moraleja se nos presenta con una cachetada contundente: la percepción acerca del significado de la belleza es absolutamente relativa, ¿Cómo puede una persona tan bella sentirse fea?
Un dato al margen: ante el parecido en las facciones del rostro de los personajes y la entreverada trama, es facil confundirse y perder el hilo a lo largo del filme, por lo que la atención es fundamental a la hora de verlo.


Publicada en http://www.sosperiodista.com/ el 07/08/07

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